Colonia (2015)

“Colonia” es un thriller psicológico que, a pesar de su premisa relativamente sencilla, se adentra en un territorio inquietante y perturbador, logrando mantener al espectador en una tensión constante. La película, dirigida por Pablo Larraín y coproducida con Netflix, no se limita a narrar la historia de un secuestro en el contexto del golpe de Estado chileno, sino que se centra en la progresiva desintegración mental de una mujer, Daniela, atormentada por la desaparición de su esposo, Roberto. Esta focalización en la angustia emocional es, a mi parecer, el punto fuerte de la película, convirtiéndola en una experiencia mucho más visceral que un simple relato de espionaje político.

El trabajo de Daniela Baiza, interpretada magistralmente por Paulina García, es el corazón palpitante de la narrativa. García ofrece una actuación increíblemente sutil, transmitiendo a través de miradas, gestos y silencios la desesperación, el miedo y la obstinación de una mujer que se niega a renunciar a la esperanza. Su interpretación es densa, contenida, pero enormemente poderosa. La química entre García y el también protagonista, Francisco Manfredini, es palpable, creando una dinámica de relación creíble y conmovedora. La película no cae en estereotipos femeninos, presentando a Daniela como una protagonista fuerte, inteligente y decidida, que se enfrenta a circunstancias horribles con una resistencia inquebrantable.

Larraín, a través de un estilo visual directo y sin adornos, construye una atmósfera de opresión y paranoia. El uso del color es notablemente restringido, predominando los tonos grises y ocres que reflejan la desolación del entorno y el estado mental de los personajes. La Colonia Dignidad, ese lugar aislado en el extremo sur de Chile, se convierte en un espacio claustrofóbico y amenazante, donde las apariencias engañan y las intenciones son cuestionables. La dirección de fotografía de Diego Ruíz Macías es excelente, empleando planos largos y movimientos de cámara lentos para generar una sensación de incomodidad y anticipación. No se trata solo de mostrar el paisaje, sino de usarlo como un reflejo del alma de los personajes.

El guion, coescrito por Larraín y Valeria Trueba, es ambicioso y presenta varias capas de interpretación. Si bien la trama central se centra en el secuestro y la búsqueda de Roberto, la película también explora temas como la fe, la manipulación, el poder y el aislamiento. La figura del Padre Mauricio, interpretado por Oscar Martínez, es especialmente inquietante, un hombre que se presenta como un guía espiritual pero que en realidad parece estar utilizando a los colonos para sus propios fines. La película no ofrece respuestas fáciles, dejando al espectador con preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y la capacidad de engaño. El ritmo, a veces lento, se justifica por la necesidad de explorar en profundidad las emociones y los pensamientos de los personajes, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente hasta el clímax.

Nota: 8/10