Come, reza, ama (2010)

“Come, Reza, Ama” es una película que, a pesar de su prometedora premisa y la presencia carismática de Julia Roberts, se queda ligeramente a medio camino entre la contemplación y la narración. La historia, basada en el autobiográfico libro de Elizabeth Gilbert, sigue la jornada de Liz, una exitosa escritora que, después de una serie de divorcios, decide emprender un viaje alrededor del mundo en busca de una nueva identidad y un nuevo propósito. El viaje, tanto físico como emocional, se convierte en la columna vertebral de la trama, y la película no rehúye en mostrar la introspección y la búsqueda de la felicidad de Liz. Sin embargo, este viaje, si bien es el núcleo de la película, a veces se siente desprovisto de la vitalidad que se esperaría de una historia sobre descubrimiento personal.

Roberts ofrece una interpretación sólida y convincente. Su Liz es vulnerable, insegura, y con momentos de profunda reflexión. La actriz logra transmitir la complejidad del personaje, mostrando sus dudas, sus miedos, pero también su genuino deseo de encontrar la felicidad. La química entre Roberts y los actores locales con quienes comparte escenas (particularmente en la India y Bali) es palpable, añadiendo un elemento auténtico a la narrativa. El director Mark Waters logra capturar la belleza de los paisajes y la cultura de cada destino, utilizando la fotografía y la música para sumergir al espectador en la experiencia de Liz. Las localizaciones, desde las bulliciosas calles de Mumbai hasta los tranquilos templos de Bali, no son solo decorados, sino que se convierten en personajes que influyen en el proceso de transformación del protagonista.

El guion, sin embargo, es donde la película más notablemente se siente incompleto. La narrativa, aunque bien intencionada, tiende a detenerse demasiado en la contemplación y en los pensamientos internos de Liz, relegando a un segundo plano la construcción de relaciones significativas. Los encuentros con otros viajeros que acampa junto a ella, aunque interesantes, son a menudo superficiales, y no se profundiza lo suficiente en los significados de sus interacciones. El ritmo, por lo tanto, puede resultar pausado, e incluso, en algunos momentos, contemplativo hasta el punto de la lentitud. La película intenta explorar temas como el amor, la fe y la espiritualidad, pero no siempre logra abordar estos conceptos con la profundidad que merecen, limitándose a toques superficiales.

Si bien “Come, Reza, Ama” no es una obra maestra cinematográfica, ofrece un viaje visualmente atractivo y, en la interpretación de Roberts, emocionalmente resonante. Es una película que, más que contar una historia, invita al espectador a reflexionar sobre sus propios sueños, sus desafíos y su búsqueda de significado. A pesar de sus deficiencias, la película consigue transmitir un mensaje de esperanza y resiliencia, invitando al espectador a creer en su propio potencial para reinventarse y encontrar la felicidad. No es una película que te cambiará la vida, pero sí que te dejará con una sensación de inquietud positiva y quizás, una pequeña inspiración.

Nota: 6/10