Como agua para chocolate (1992)

“Como agua para chocolate” es una película que, más de treinta años después de su estreno, sigue manteniendo una frescura sorprendente. Alcocer’s adaptación de la novela de Laura Esquivel es mucho más que una simple historia de amor; es una exploración profunda de las emociones, la tradición y la fuerza femenina, todo ello envuelto en el irresistible aroma de la cocina mexicana. La película no se limita a narrar un romance prohibido, sino que utiliza la gastronomía como vehículo para expresar el dolor, la frustración y, finalmente, la esperanza.

La dirección de Alcocer es magistral. Evita caer en lo melodramático, optando por una estética visualmente rica y evocadora. Los planos de la cocina, llenos de ingredientes frescos y aromas intensos, son casi personajes más que elementos decorativos. El uso de la cámara lenta y las tomas que se concentran en los ojos de Tita (interpretada de forma brillante por Kate del Castillo) transmiten de manera efectiva la intensidad de sus sentimientos. La película no busca una belleza artificial; se muestra cruda, real y a veces, incluso inquietante. La atmósfera es primordial, y Alcocer la crea con maestría, utilizando la luz, el color y la música para sumergir al espectador en el mundo de Tita.

La interpretación de Kate del Castillo es, sin duda, el corazón de la película. Su Tita es una mujer compleja, vulnerable y rebelde. No solo sufre por el amor no correspondido, sino que se niega a ser definida por las expectativas de su madre. Del Castillo logra transmitir la frustración acumulada, la ternura y la determinación de una mujer que lucha contra el destino. El resto del reparto también brilla con luz propia, especialmente Eduard Grával, quien interpreta a Pedro con una mezcla perfecta de ternura y melancolía. Sus interacciones son palpables, aunque a menudo, están marcadas por la imposibilidad. La química entre ambos actores es innegable, elevando la intensidad dramática de la historia.

El guion, adaptado con gran fidelidad a la novela, es inteligente y cautivador. La forma en que la trama se entrelaza con las recetas y los recuerdos familiares es una genialidad. La película no rehúye de los aspectos más difíciles de la historia, mostrando la opresión que sufrían las mujeres en aquella época. La relación entre Tita y Mamá Elena es especialmente tensa y llena de matices, reflejando la rigidez de las normas sociales y la importancia de la tradición. Sin embargo, el guion también encuentra espacio para la esperanza y la alegría, mostrando la fuerza del amor y la importancia de mantener la conexión con el pasado. Es una narración que te atrapa desde el principio y te lleva a sentir cada uno de los dolores y las alegrías de la protagonista.

Nota: 8.5/10