Como la vida misma (2018)

“Como la vida misma” (Y Tu Mamá También) no es solo una película; es una experiencia cinematográfica que te atraviesa y te deja reflexionando mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Richard Linklater, a lo largo de casi dos décadas, nos entrega una historia de amor, un retrato de la amistad y, sobre todo, una exploración profunda de la vida, todo ello envuelto en el torbellino del neoyorquino espíritu de los 90. La película es un ejercicio de paciencia recompensado con una gratificación emocional considerable.

La película sigue el viaje de Jamie (Jim Carrey) y Ingrid (Kate Winslet), dos jóvenes enamorados que se conocen en la Universidad de Texas. Lo que comienza como una conexión juvenil y divertida, evoluciona de forma inesperada hacia un compromiso profundo y, finalmente, una maternidad. Linklater, a diferencia de muchos directores que buscan un desarrollo lineal y rápido, nos permite presenciar el crecimiento de la relación de Jamie e Ingrid con un ritmo pausado y realista. Esta decisión, a primera vista lenta, es crucial para el éxito de la película, ya que nos permite conectar genuinamente con las emociones de los personajes y comprender las complejidades de su amor. Linklater no intenta dar respuestas fáciles; simplemente observa y nos permite ser testigos.

Las actuaciones son, sencillamente, magníficas. Carrey y Winslet, lejos de los personajes cómicos que a veces interpretan, ofrecen interpretaciones excepcionales y con mucha sutileza. Carrey, en particular, ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera, transmitiendo con autenticidad la vulnerabilidad y el crecimiento del personaje. Winslet, por su parte, aporta una fuerza tranquila y una belleza natural que complementan perfectamente la energía de Carrey. Pero no son solo los protagonistas los que brillan; el elenco secundario, con personajes como el padre de Ingrid (Delroy Lindo), aporta matices y profundidad a la historia.

El guion, adaptado de una obra de teatro de Nicolás Baric, es lo que realmente eleva la película. La historia no se basa en eventos dramáticos o clichés románticos. Linklater se enfoca en los pequeños detalles, en los momentos cotidianos que conforman la vida de una pareja y una familia. La película aborda temas como la comunicación, el compromiso, el perdón y la aceptación de la vida tal como es, sin idealizaciones. A lo largo de sus casi tres horas, “Como la vida misma” no se centra en la trama en sí, sino en el *cómo* de la vida, y en la interconexión de las existencias. La película demuestra que el amor no se basa en la perfección, sino en la capacidad de perdonar y aprender de los errores. Además, el uso del formato de "video clips" que la intercalan, aunque en ocasiones pueda resultar un tanto forzado, sirve para enfatizar la naturaleza fragmentada y en constante movimiento de la vida.

En definitiva, "Como la vida misma" es una joya del cine independiente. Una película honesta, conmovedora y profundamente humana, que nos recuerda que la vida es un viaje impredecible y maravilloso. Es una experiencia cinematográfica que merece ser vista y revivida.

Nota: 8.5/10