Con el agua al cuello (1975)

“Con el agua al cuello” (The Deep End, en su título original) es un ejercicio de tono y atmósfera que, si bien no ofrece una narrativa explosiva, logra construir una sensación inquietante y sorda que permanece con el espectador mucho después de salir de la sala. Dirigida por H.I. Goldman, la película se centra en el detective privado Lew Harper, interpretado con su habitual cinismo y desapego por Humphrey Bogart (quien también participa como productor), y su peculiar caso en Nueva Orleans. Harper es enviado a resolver un chantaje que amenaza la reputación de Iris Devereux, esposa de un autor fracasado, y el futuro de su hija adolescente. El caso, aparentemente sencillo, se convierte rápidamente en algo mucho más complejo y perturbador gracias a la presencia de Olivia, la matriarca de la familia, y sus arraigadas tradiciones, que chocan frontalmente con la modernidad incipiente de Louisiana.

La película reside, en gran medida, en la creación de un ambiente lúgubre y melancólico. Nueva Orleans, con sus calles empedradas, su neblina persistente y la arquitectura señorial en decadencia, se convierte en un personaje más que contribuye a la atmósfera. La dirección de Goldman es precisa en la utilización de la luz y la sombra, empleando un colorismo que evoca la humedad y la melancolía del Sur profundo. El guion, a pesar de su ritmo pausado, se apoya en diálogos inteligentes y en un juego de tensión constante entre los personajes. La historia, aunque no presenta giros inesperados, explora temas como la hipocresía social, la rigidez de las convenciones familiares y la resistencia al cambio, ofreciendo una reflexión sobre el peso del pasado. La trama, sin embargo, se siente a veces un poco dispersa, como si Goldman quisiera profundizar en los personajes y sus motivaciones sin llegar a darles el desarrollo que merecen.

Las actuaciones son sólidas en todo el reparto. Humphrey Bogart, aunque con un papel limitado, aporta su sello inconfundible de maldad sofisticada. Pero es la interpretación de John Cassavetes como Lew Harper la que marca la diferencia. Él domina el papel con la elegancia y el desgano que caracterizan al personaje. Cassavetes transmite la amargura y el cansancio de un hombre que ha visto demasiado, y su cinismo, bien calibrado, sirve para construir la voz narrativa de la película. El resto del elenco, incluyendo a Melinda Dillon como Olivia, contribuye a un retrato complejo y convincente de un entorno social atrapado en el tiempo. La química entre Cassavetes y Dillon es palpable y añade una capa adicional de drama a la historia.

En definitiva, "Con el agua al cuello" no es un thriller convencional, sino una meditación sobre la decadencia, el resentimiento y la dificultad de romper con el pasado. Es una película que se disfruta más por su atmósfera y su tono que por su trama. Si buscas una película de acción trepidante, esta no es para ti. Sin embargo, si disfrutas de la introspección, de los personajes moralmente ambiguos y de las atmósferas sombrías, "Con el agua al cuello" merece tu atención. Es un ejemplo de cine noir con un toque de elegancia y una mirada crítica sobre la sociedad del Sur americano.

Nota: 7/10