Con faldas y a lo loco (1959)

“Con faldas y a lo loco” (Some Like It Hot) no es simplemente una comedia clásica; es un artefacto cultural, un torbellino de ingenio y energía que, incluso en la era de las sofisticadas comedias modernas, sigue siendo capaz de provocar carcajadas estrepitosas y un genuino asombro por su audacia. La película de Billy Wilder, ambientada en la vibrante y turbulenta era de la Ley Seca, se presenta como una escapada, una invitación a sumergirse en un mundo de falsedades, transgresiones y, sobre todo, divertimento desenfrenado.

La dirección de Wilder, a lo largo de su dilatada carrera, es una constante en términos de perfección y control. Él y su colaborador I.A.L. Wallace logran un equilibrio perfecto entre lo absurdo y lo sublime. Cada secuencia, desde el disfraz inicial hasta las intrincadas maniobras de los personajes, se ejecuta con una precisión metódica que acentúa el humor y la tensión dramática. Wilder domina la puesta en escena, utilizando el movimiento de cámara, la música y el montaje para maximizar el impacto cómico y crear un ritmo vertiginoso que mantiene al espectador enganchado desde el primer minuto. La película está visualmente pulida, especialmente considerando la época en la que fue producida, y la banda sonora es simplemente magistral, impregnando cada escena con una energía contagiosa.

Las actuaciones son, en su conjunto, excepcionales. Jack Lemmon y Tony Curtis, en sus respectivos roles de Joe y Jerry, ofrecen interpretaciones memorables, explorando la vulnerabilidad y la torpeza de sus personajes con una maestría admirable. Lemmon, particularmente, captura la desesperación y la comedia nerviosa de Joe con una sutileza brillante. La química entre Lemmon y Curtis es el corazón de la película, y su interacción, repleta de ingenio y malhumor, es el motor que impulsa la trama. Marilyn Monroe, que además es una joya de la pantalla, aporta su encanto inconfundible como Sugar Kane, pero también demuestra una sorprendente versatilidad actoral, trascendiendo la imagen de la “diva” y entregando un personaje con profundidad y vitalidad.

El guion, adaptado de la obra teatral de Abe Rosenthal y George Abbott, es un modelo de escritura brillante. Wilder y sus colaboradores logran construir una trama compleja y llena de giros inesperados, sin sacrificar el ritmo cómico ni la credibilidad de los personajes. Las situaciones, aunque absurdas en su esencia, se fundamentan en motivaciones lógicas y se exploran con inteligencia. La película no se limita a la comedia slapstick; explora temas como la identidad, el género y la búsqueda de la felicidad, utilizando el disfraz y la falsedad como metáforas para cuestionar las normas sociales y las expectativas impuestas. El humor es inteligente, observacional y a menudo subversivo, desafiando las convenciones y provocando la risa genuina del espectador.

En definitiva, “Con faldas y a lo loco” es una obra maestra del cine clásico, una película atemporal que sigue siendo tan divertida y relevante hoy en día como lo fue en 1959. Su audacia, su ingenio y sus actuaciones son simplemente inigualables. Es un triunfo del humor y un testimonio del talento de Billy Wilder y su equipo.

Nota: 9/10