Con la bestia dentro (1982)

“Con la bestia dentro” (Raw, en su título original) es una experiencia cinematográfica visceral y perturbadora, un descenso a la oscuridad que, a pesar de su premisa sorprendentemente simple, logra crear un ambiente de terror psicológico y físico que te cala hasta los huesos. La película no se basa en sustos fáciles ni gore gratuito, sino que se aferra a la sensación constante de amenaza, de algo fundamentalmente roto y fuera de control. Esta atmósfera, cuidadosamente construida por la dirección de Piers Haggard, es, sin duda, el elemento más potente de la película.

Haggard demuestra una habilidad notable para mantener la tensión a lo largo de los 85 minutos. No se apresura a mostrar la bestia; la deja incubando, manifestándose sutilmente en los ojos, en los movimientos, en el comportamiento del protagonista, Blake (Charlie Hunnam). Este manejo pausado es crucial porque la verdadera horror no reside en las transformaciones físicas, aunque estas son impactantes y visualmente bien logradas, sino en el deterioro mental y emocional de Blake. La película se centra en el impacto de la violencia en la psique de un joven, explorando temas de trauma, culpa, ira y la pérdida de control. La película logra crear un retrato crudo y honesto de cómo la violencia puede corromper un alma.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Charlie Hunnam, quien ofrece una actuación profundamente convincente. Blake es un personaje complejo, roto por un trauma devastador, que lucha por mantener su humanidad ante la inminente amenaza de su propia bestia. Hunnam logra transmitir la desesperación, el miedo y la creciente desesperación del personaje con una intensidad palpable. El reparto de apoyo, incluyendo Erin Moriarty como la voz de la “bestia” y Laura Linney como la madre de Blake, también aportan elementos importantes al desarrollo de la trama. La química entre Hunnam y Moriarty, en particular, es fundamental para transmitir el escalofriante vínculo que surge entre ellos.

El guion, adaptado de la novela de David Foxtrot, se adhiere a la esencia de la historia, aunque algunas escenas podrían beneficiarse de un ritmo ligeramente más equilibrado. El desarrollo de la historia es, en general, bastante sólido, especialmente en lo que respecta a la construcción del conflicto interno de Blake. Sin embargo, en ciertos puntos, la película recurre a una cierta didáctica que, aunque necesaria para explicar el proceso de transformación, a veces resta fuerza a la narrativa. Se podría haber optado por un enfoque más sugerente, dejando que el espectador interprete la evolución del personaje.

A pesar de esta pequeña crítica, “Con la bestia dentro” es una película que te acompañará mucho después de que terminen los créditos. Su atmósfera opresiva, las actuaciones sólidas y el tratamiento honesto del tema la convierten en una experiencia cinematográfica memorable, un ejemplo de terror psicológico que explora las profundidades de la condición humana. No es una película para todos los públicos, ya que su contenido es intenso y perturbador, pero para aquellos que buscan una experiencia cinematográfica que les desafíe y los deje pensando, “Con la bestia dentro” es una excelente opción.

Nota: 7.5/10