Con la poli en los talones (1990)

“Con la poli en los talones” (Run) es, en esencia, una comedia de atracos con una pizca de suspense noir que, si bien no llega a la altura de sus referentes, ofrece un entretenimiento sólido y, sorprendentemente, una reflexión inesperada sobre la banalidad del crimen y la alienación urbana. La película, dirigida por Stephen Halstead, se centra en la vida de Grimm (Dylan Minogue), un urbanista neoyorquino que, frustrado por la corrupción del sistema y la falta de sentido en su trabajo, decide emprender una audaz y, a la vez, desesperada, huida a través de un atraco bancario. El plan, meticulosamente orquestado por él y su hermano, Loomis (Ben Foster), no se ve salpicado de complicaciones ni momentos de tensión dramática, pero es precisamente esa aparente falta de sobresaltos lo que convierte la película en una experiencia particularmente inquietante.

La dirección de Halstead se distingue por un estilo visual que busca evocar la impersonalidad y la frialdad de la ciudad. Las tomas en Nueva York son impresionantes, pero a menudo desprovistas de la energía frenética que se esperaría de una película sobre un atraco. En cambio, la película se enfoca en el proceso de Grimm de preparar el plan, en la meticulosidad con la que estudia los horarios del banco y en la constante preocupación por evitar llamar la atención. Este enfoque, aunque efectivo para construir un tono de suspense latente, puede resultar un tanto lento para algunos espectadores. Sin embargo, el uso del color, con tonos grises y azules predominantes, refuerza esa sensación de desesperanza y aislamiento.

Las actuaciones son destacadas. Dylan Minogue ofrece una interpretación convincente como Grimm, transmitiendo tanto la frustración y la desesperación del personaje como la determinación y el nerviosismo al ejecutar el plan. Ben Foster, como Loomis, aporta un contrapunto cómico con su excentricidad y su incapacidad para entender la seriedad del plan. Sin embargo, es la interpretación de Jackie Earle Morgan como el detective Miller, un veterano con una moral ambigua y un pasado turbio, la que realmente destaca. Su personaje, enigmático y con una profunda tristeza, representa la corrupción que Grimm intenta huir. La química entre Minogue y Morgan es notable y crea momentos de tensión sutiles y poderosos.

El guion, aunque no especialmente original, presenta una premisa interesante y explora temas como la alienación, la pérdida de identidad y el deseo de escapar de un sistema opresivo. La trama, con sus giros inesperados y sus momentos de humor negro, mantiene al espectador enganchado hasta el final. No obstante, la película podría haber profundizado más en la motivación del personaje de Grimm y en las consecuencias de sus actos. La resolución, aunque satisfactoria, se siente un poco apresurada y no explora completamente las implicaciones morales del robo.

Nota: 6.5/10