“Conociendo a Julia” es una película que se aferra a un periodo de la historia con una cautela estilística que, a la vez, la enriquece y la aleja un poco de la tensión dramática que podría haberla catapultado a la categoría de un drama psicológico irresistible. La película nos transporta a Londres, 1938, una ciudad vibrante y melancólica que sirve como telón de fondo perfecto para la historia de Julia Lambert, interpretada magistralmente por Olivia Colman. La Colman, como es habitual en sus trabajos, ofrece una actuación sutil, pero absolutamente convincente, transmitiendo con precisión la insatisfacción, el tedio y la búsqueda desesperada de novedad que caracteriza a su personaje.
La dirección de Xavier Dolan, conocido por su estilo particular y a veces provocador, se mantiene modesto en esta ocasión. Dolan evita el melodrama explícito, prefiriendo un enfoque más contemplativo, permitiendo que la historia se desarrolle a través de las miradas, los gestos y las conversaciones. Aunque esta elección confiere a la película una atmósfera refinada, a veces le falta un ritmo más ágil. Hay momentos en los que la narrativa se ralentiza, perdiendo parte de la fuerza emocional que la historia parece potencialmente poseer. El uso de la luz y la sombra, sin embargo, es exquisito y contribuye a crear una atmósfera opresiva y melancólica que refleja el estado interior de Julia.
El guion, adaptado de la novela homónima de Edward Carson, es inteligente y bien construido. La trama, aunque predecible en algunos aspectos, explora con honestidad las motivaciones de Julia y su lucha contra la pérdida de la vitalidad. La relación entre Julia y Tom (George MacKay), un joven artista apasionado, no se presenta como un romance idealizado, sino como una conexión fugaz y ambivalente. Dolan muestra con perspicacia la complejidad de los sentimientos de Julia, evitando caer en clichés y mostrando que su aventura no es solo una búsqueda de placer, sino también una manifestación de su crisis existencial. La película explora temas como el matrimonio, el arte, la fama y el deseo con una sensibilidad que se suma a la reflexión sobre la fugacidad de la juventud y la belleza.
Sin embargo, el tema de la clase social, aunque implícito, podría haberse abordado con mayor profundidad. La diferencia de edad y el estatus social entre Julia y Tom generan tensión, pero el film no se adentra realmente en las implicaciones de esta disparidad. El retrato de Michael Gosselyn, el marido de Julia, es relativamente plano, lo que limita la capacidad de la película para examinar las dinámicas de poder dentro del matrimonio. A pesar de esto, “Conociendo a Julia” es una película evocadora y elegante, con actuaciones excepcionales y una dirección cuidadosa. Es una historia sobre la búsqueda de la felicidad, la pérdida y el paso del tiempo, contada con una sensibilidad y un estilo que la distinguen en el panorama cinematográfico actual.
Nota: 7.5/10