Conocimiento carnal (1971)

“Conocimiento carnal” es una película que te incomoda, no por su trama intrincada o su ejecución técnica, sino por su capacidad de excavar en aspectos incómodos de la masculinidad y la atracción, sin ofrecer soluciones fáciles ni un juicio moral claro. Dirigida por Rodrigo de la Serna, la película se presenta como un estudio de personajes, una disección de la ambición y la frustración en el ámbito amoroso, y en ese sentido, logra ser sorprendentemente efectiva, aunque no necesariamente agradable.

La película no intenta impresionar con efectos especiales o un ritmo frenético. Su fuerza reside en la construcción de sus dos protagonistas: Jonathan y Sandy. Ambos, interpretados con una intensidad palpable por Nicolás Pace y Julián Arango, encarnan un tipo específico de juventud frustrada. Su dinámica, al principio, es de una camaradería torpe y llena de bromas internas, pero pronto se revela como un terreno de rivalidad silenciosa, una competencia por la atención de una mujer que, de repente, se convierte en el detonante de sus inseguridades más profundas. Pace, en particular, ofrece una interpretación particularmente convincente, capturando la vulnerabilidad y la desesperación de un joven que se ve incapaz de superar su propia torpeza social y su miedo al rechazo. Arango, por su parte, aporta un toque de irónico desencanto, un personaje que parece resignado a su papel de segundo plano.

La dirección de Rodrigo de la Serna es cuidadosa y sutil. La película se desarrolla en un ambiente urbano, en las aulas y los bares de una universidad, lo que le confiere un aire de naturalidad y cotidianidad que contribuye a la sensación de inmersión. No se trata de una historia grandilocuente, sino de un pequeño drama doméstico con consecuencias inesperadas. La banda sonora, compuesta por el propio de la Serna, es discreta pero efectiva, subrayando los momentos de tensión y los sentimientos de los personajes.

En cuanto al guion, la película no ofrece un mensaje claro ni una moraleja simplista. El conflicto central no se resuelve de forma definitiva; más bien, se deja en la ambigüedad, lo que obliga al espectador a reflexionar sobre las motivaciones de los personajes y las complejidades de sus relaciones. El guion, a pesar de su aparente sencillez, explora temas como la posesión, la inseguridad, la identidad y la búsqueda de la validación, todos ellos desde la perspectiva de un grupo de jóvenes en crisis. La película no juzga a sus personajes, ni los idealiza, lo que le confiere una mayor credibilidad. La representación de las mujeres, aunque no se las idealiza, tampoco es estereotipada; son personajes con sus propias ambiciones y deseos.

Sin embargo, la película no está exenta de ciertas limitaciones. La puesta en escena, a pesar de la naturalidad buscada, puede resultar a veces un poco estática, y el ritmo, en algunos momentos, se vuelve lento. Además, la historia se centra de forma casi exclusiva en las relaciones de los protagonistas, dejando de lado otros aspectos relevantes que podrían haber enriquecido la narrativa. No obstante, “Conocimiento carnal” es, en última instancia, una película que merece la pena ver, especialmente para aquellos que buscan una reflexión honesta y sin concesiones sobre la condición humana.

Nota: 7/10