“Conserje a su medida” (”The Gray Man”) es una explosión visual y de acción que, a pesar de su ambición, no logra alcanzar la profundidad emocional que podría haberle dado una mayor resonancia. La película, de la producción de Netflix, se presenta como un thriller de espías de alta octana, con un presupuesto considerable que se ve reflejado en la coreografía de secuencias de lucha, los efectos visuales y los escenarios lujosos. Sin embargo, la trama, centrada en la vida de Sierra Cartwright, una asesina de élite, y su relación con Junior Reed, un antiguo agente de la CIA, se siente, en ocasiones, superficial y con pocos giros argumentales realmente sorprendentes.
Chris Evans, en el papel de Junior Reed, ofrece una actuación convincente, transmitiendo con solidez la ambición, la vulnerabilidad y el arrepentimiento de un hombre que busca redención. Logra plantar la semilla de la empatía en el espectador, al menos durante la primera mitad de la película. Regé-Jean Page, interpretando a Lloyd Hansen, aporta un toque de carisma y una amenaza palpable. La química entre ambos actores es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la producción. Sin embargo, la evolución del personaje de Hansen, que debería ser la columna vertebral de la trama, se siente algo apresurada y poco desarrollada.
La dirección de Joe Russo y Anthony Russo es impecable a nivel técnico, con secuencias de acción que desafían la gravedad y que utilizan un lenguaje visual impactante. Sus habituales recursos para el montaje rápido y la coreografía de combates son evidentes, y la película recompensa al espectador con momentos visuales memorables. No obstante, a veces esa vorágine de acción y espectáculo eclipsa la necesidad de construir una narrativa más sólida. El ritmo, por tanto, puede resultar frenético y, en algunos momentos, desconectado de la historia.
El guion, coescrito por los hermanos Russo y Michael Finch, se basa en ideas interesantes pero no logra profundizar en los personajes ni en las motivaciones de sus acciones. La película explora temas como la moralidad, el poder, la identidad y la redención, pero lo hace de forma muy superficial. Los diálogos, en general, son funcionales pero carecen de chispa y no contribuyen a la creación de personajes más complejos. Se siente la falta de un fuerte elemento narrativo que conecte la trama y los personajes, dejando al espectador sintiendo que está viendo una serie de escenas espectaculares, pero sin un núcleo emocional que lo sostenga. En definitiva, es un espectáculo visual con un potencial desaprovechado.
Nota: 6/10