Corazones robados (1996)

“Corazones Robados” (Heartless) no es una obra maestra que va a cambiar la manera en que ves el cine de suspense, pero sí que ofrece un entretenimiento sólido, especialmente para aquellos que disfrutan de thrillers con un toque de romance y un ritmo pausado. Dirigida por Robert Cary, la película se centra en Frank (Michael Fassbender), un ladrón de oficio que se ve envuelto en un robo que podría cambiar su vida para siempre, y en una decisión impulsiva que le lleva a tomarse unas merecidas vacaciones. La premisa, aunque sencilla, se explora con una sensibilidad que, a veces, le resta dinamismo a la trama, pero también le otorga un cierto matiz moral.

La película se centra en el viaje de Frank y su novia, Roz (Kelly Reilly), quien intenta desesperadamente escapar de sus propios demonios. La relación entre ambos personajes es el núcleo emocional de la historia y, afortunadamente, Reilly logra dar vida a Roz con una vulnerabilidad palpable. Sus actuaciones, junto con la de Fassbender, son honestas y convincentes. Fassbender, en particular, ofrece una interpretación que equilibra el cinismo de un ladrón con la desesperación de un hombre intentando reconstruir su vida. Si bien su Frank no es un héroe, ni un villano, sino un individuo complejo y con fallas, esta ambigüedad lo hace mucho más interesante. La química entre Fassbender y Reilly es evidente y contribuye a la atmósfera melancólica que impregna la película.

El guion, aunque no especialmente innovador, se beneficia de la dirección de Cary, quien crea una atmósfera contemplativa, casi melancólica, en los paisajes de Nueva Inglaterra. Las imágenes son hermosas y la banda sonora, de John McLaughlin, complementa a la perfección el tono de la película, aunque a veces podría ser más sugestiva. El ritmo, como he mencionado anteriormente, es deliberadamente lento. Este enfoque permite un desarrollo más profundo de los personajes y de sus motivaciones, pero también puede resultar un poco tedioso para los espectadores que prefieren un thriller más vertiginoso. La tensión, aunque presente, se construye de una manera sutil y gradual, lo que funciona mejor en algunos momentos que otros. El uso del suspense no se basa en giros inesperados y sorpresas constantes, sino en la incertidumbre y en la sensación de que algo malo está por suceder.

Sin embargo, la película tiene algunos puntos débiles. A veces, la falta de acción y el tono pausado pueden resultar frustrantes. Además, el detective del FBI, interpretado por Stanley Tucci, es un personaje algo plano y poco desarrollado, cuyo rol principal parece ser el de ser un antagonista sin demasiada profundidad. Su presencia se siente más como un elemento narrativo necesario que no logra realmente añadir complejidad a la trama. A pesar de estas carencias, "Corazones Robados" es una película digna de ser vista, especialmente si buscas una historia de suspense con un toque de romance y un enfoque en la psicología de sus personajes. No es un thriller que te mantendrá al borde del asiento, pero sí que te invita a reflexionar sobre las decisiones que tomamos en la vida y las consecuencias que pueden tener.

Nota: 6/10