Corazones rotos (2024)

“Corazones Rotos” es una película que se instala en la memoria con una fuerza casi visceral, un recordatorio melancólico de cómo las circunstancias y las barreras sociales pueden desmoronar incluso los amores más puros. Dirigida por Jacques Audiard, la película no busca el melodrama barato ni los clichés, sino que se sumerge en la compleja realidad de sus personajes, explorando las fracturas emocionales y las heridas que dejan las decisiones y los fracasos.

La dirección de Audiard es magistral en su sutileza. No hay grandes declaraciones, sino una observación paciente y precisa de la vida cotidiana, del peso del pasado y la dificultad para escapar de las limitaciones impuestas. El uso de la cámara es deliberado, con planos que a menudo se alargan, otorgando tiempo a los personajes para respirar y revelar sus pensamientos. La fotografía de Claire Mathon es excepcionalmente evocadora, utilizando una paleta de colores apagados y una luz tenue que refleja la tristeza y la desesperación que impregnan la historia. Es una película visualmente hermosa, aunque su belleza a menudo se asocia con la desolación.

Las actuaciones son, sin duda, el corazón de la película. Jérémie Renier, como Clotaire, ofrece una interpretación increíblemente conmovedora. Su personaje es un hombre roto, marcado por la pobreza y la injusticia, pero también por un profundo sentimiento de dignidad. Renier consigue transmitir la desesperación y la impotencia de Clotaire con una honestidad brutal que te llega al alma. Romain Duris, como Jackie, ofrece una actuación igualmente sólida, equilibrando la ambición y la vulnerabilidad de su personaje. La química entre ambos actores es palpable, y la intensidad de su romance se siente genuina. Los actores secundarios, como Sylvie Testavin como la madre de Clotaire, aportan mayor profundidad y matiz a la narrativa.

El guion, adaptado de la novela de Gonzo Ulrich y Rodolphe Mond, es inteligente y complejo. No simplifica los dilemas morales, sino que los presenta de manera ambigua. La relación entre Jackie y Clotaire no es un cuento de hadas, sino una lucha constante contra las expectativas sociales, las familias, los prejuicios. La decisión de Clotaire de ser testigo y, en última instancia, de ser procesado por el asesinato, es un acto de desesperación y una declaración de principios. La película no juzga el acto, sino que explora las consecuencias emocionales que genera en quienes lo rodean. La ambigüedad del final es deliberada, dejando al espectador con una sensación de inquietud y la certeza de que el amor, a veces, no es suficiente para superar las adversidades.

“Corazones Rotos” es una película dolorosa pero profundamente hermosa. Es un recordatorio de que el amor puede ser una fuerza poderosa, pero que también puede ser destrozado por las circunstancias y las decisiones que tomamos. Es una película que merece ser vista y reflexionada, una obra que trasciende el género romántico para convertirse en una reflexión sobre la sociedad, la justicia y la condición humana.

Nota: 8/10