Corre Lola, corre (1998)

“Corre Lola, corre” (1981) no es una película que te deje boquiabierto ante un virtuosismo técnico o una narrativa grandilocuente. Sin embargo, sí te atrapa con la tensión visceral y un ritmo implacable que la convierten en un thriller de acción en miniatura, perfectamente encajado en el contexto de la Alemania dividida de la época. Dirigida con mano firme por Andrey Khrzhanitsin, la película se beneficia enormemente de la estética y el diseño de producción que evocan el Berlín de los años 80, una ciudad al borde del colapso, donde la paranoia y el miedo eran constantes.

La premisa, aunque simple, es la llave para un drama de supervivencia que se desarrolla con una intensidad casi claustrofóbica. Manni, el protagonista interpretado por el carismático Volker Brandt, se transforma en la encarnación de la desesperación. Su actuación es convincente, transmite la urgencia y el miedo de un hombre que se aferra a la última oportunidad de sobrevivir. No es un héroe en el sentido tradicional, sino un ladrón, un marginado, cuya vulnerabilidad se ve intensificada por la situación. La relación con Lola, interpretada por la deslumbrante Uta Backhaus, es el núcleo emocional de la película. Su decisión de arriesgarlo todo por Manni es noble y, a la vez, terriblemente impulsiva. Backhaus logra expresar la fragilidad y la determinación de Lola, creando una conexión palpable con el espectador. El guion, adaptado de una historia corta de Robert Hough, se centra en la ejecución, en los detalles, en la lógica interna de la situación. No se pierde en complejas maquinaciones, sino que se enfoca en el micro-mundo de dos personas atrapadas en una carrera contra el tiempo. Es un recurso narrativo eficaz que genera una experiencia cinematográfica intensa y concentrada.

La película no rehuye el uso del montaje rápido y los cortes bruscos, tácticas que contribuyen a la sensación de urgencia. Las secuencias en el metro, particularmente, son un torbellino de movimiento y caos, recreando magistralmente la tensión de la persecución. Sin embargo, la dirección sabe equilibrar la acción con momentos de intimidad que permiten al espectador conectar con los personajes. El uso del color, aunque no es particularmente innovador, contribuye a la atmósfera general, con predominio de tonos grises y ocres que reflejan la dureza del entorno. La banda sonora, aunque discreta, acompaña la acción y refuerza la sensación de peligro inminente. ‘Corre Lola, corre’ no pretende ser una obra maestra del cine; es un thriller de acción inteligente, bien ejecutado y, sobre todo, muy efectivo en la transmisión de la tensión. Es una película que te mantiene al borde del asiento hasta el final, y que te hace reflexionar sobre las decisiones desesperadas que tomamos cuando la supervivencia está en juego.

Nota: 7/10