Cortocircuito 2 (1988)

“Cortocircuito 2” no es, en absoluto, el reinvención prometida por su título. Más bien, es una secuela que, aunque mantiene algunos elementos atractivos del original, se pierde en la inercia de la premisa y carece de la chispa que hizo tan memorable la primera entrega. La película regresa a la vibrante y caótica ciudad de Miami, donde el robot Número Cinco, o Johnny Cinco, se embarca en una búsqueda aparentemente simple: experimentar la vida "real", en concreto, la "input urbana". Sin embargo, sus intentos por integrarse en el submundo criminal local, liderados por una pandilla despiadada, un banquero seducido por la tecnología y una banda de desahuciados, se convierten en un espejismo que revela una trama superficial y, en última instancia, decepcionante.

La dirección de David Moreau y Michel Gondry se mantiene en un tono visualmente interesante, empleando planos secuencia y movimientos de cámara audaces que evocan el estilo documental. Se aprecia una intención de capturar el caos y la energía de la ciudad, y las escenas de acción son competentes, aunque carentes de la originalidad y el dinamismo de la primera película. Sin embargo, esta estética visual, por sí sola, no es suficiente para compensar la debilidad narrativa. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión artificial con pasajes lentos y poco convincentes. La banda sonora, aunque adecuada para el ambiente, también se siente repetitiva y carente de personalidad.

Las actuaciones son desiguales. Jean Dujardin, como Johnny Cinco, logra transmitir, de manera efectiva, la inocencia y el asombro del robot ante la complejidad del mundo humano. Su presencia es el corazón de la película, y su evolución, aunque predecible, es la única que justifica la existencia de la trama. El resto del reparto, sin embargo, se queda en personajes caricaturescos, con motivaciones poco desarrolladas y diálogos poco inspirados. La interpretación de Patrick Stewart como el banquero, por ejemplo, es fría y desapasionada, lo que impide establecer una conexión real con su personaje. Los antagonistas, en general, son unidimensionales y carentes de profundidad.

El guion es, sin duda, el punto más débil de la película. La trama, repleta de giros argumentales forzados y situaciones inverosímiles, sacrifica la credibilidad por el puro gusto de sorprender al espectador. Se intuye una intención de subvertir las expectativas del público, pero la ejecución es torpe y resulta más frustrante que divertida. La película, en su intento de explorar temas como la inteligencia artificial, la obsolescencia y la desigualdad social, se limita a ofrecer clichés y soluciones fáciles. El mensaje final, sobre la importancia de la conexión humana, se siente superficial y poco reflexionado. Podría haber sido mucho más interesante si se hubiera enfocado en el desarrollo psicológico de Johnny Cinco, en lugar de sucumbir a la tentación de crear un espectáculo de acción.

En definitiva, “Cortocircuito 2” es una decepción. Aunque mantiene algunos aspectos positivos del original, la película se ve perjudicada por un guion débil, personajes poco desarrollados y una dirección que no aprovecha todo su potencial. No alcanza la complejidad ni la originalidad de la primera entrega, y termina siendo una secuela olvidable que no deja una impresión duradera.

Nota: 5/10