“Cosa de brujas” (El exorcista en España) es una película que, lejos de ser una simple repaginación del género de posesión demoníaca, se erige como una obra maestra inquietante y profundamente arraigada en la idiosincrasia española. La dirección de Juan Antonio Bayona es magistral, no solo en su dominio técnico, sino en la creación de una atmósfera de terror psicológico que permea cada fotograma. La película no se apoya en sustos fáciles ni efectos especiales ostentosos. En cambio, construye un terror sutil pero palpable, basado en la desconfianza, la paranoia y el miedo a lo desconocido. Bayona hace un trabajo excepcional al jugar con la percepción del espectador, creando imágenes impactantes y perturbadoras que se quedan grabadas en la memoria. La película es un ejercicio de narrativa visual de gran calidad.
Las actuaciones son, sencillamente, sobresalientes. Igor Babenco, como el pastor Remedios, ofrece una interpretación contenida pero devastadora. Su evolución, de la serena fe a la desesperación y el terror, es conmovedora. Margarita Gil como la vecina Nemesio es igualmente poderosa. Su personaje, con sus supersticiones y su profunda conexión con lo oculto, es el eje central de la película. Sin embargo, la joya de la corona es Paula Gaitán como Lucía. Su actuación, cruda y honesta, es la que realmente aterriza y que te hace conectar con el miedo y la vulnerabilidad del personaje. La angustia de Lucía, atrapada entre la enfermedad y la creciente influencia maligna, es increíblemente convincente. La relación entre Lucía y sus padres, vividos por Gonzalo Hoyos y Ari Sala, es de una intensidad y un dolor desgarradores. La película explora de manera brillante la dinámica familiar y el impacto de un horror inimaginable.
El guion, adaptado de la novela de Benignus Navarro, es lo que realmente eleva a “Cosa de brujas” a la categoría de obra maestra. Bayona y el guionista se toman su tiempo para desarrollar la historia de forma pausada, creando un ritmo narrativo que, aunque lento, es perfectamente adecuado para la atmósfera que buscan generar. La novela, a menudo criticada por su ritmo torpe, es revitalizada en la adaptación cinematográfica. El uso de la mitología local, con referencias a las creencias populares y a las brujas del pueblo, le da un toque de autenticidad y singularidad a la historia. La película no se limita a contar una historia de posesión demoníaca, sino que explora temas más profundos como la fe, la superstición, la enfermedad, el miedo, la culpa y la pérdida. La película también ofrece un retrato implacable de la sociedad española de los años 80, con sus costumbres, sus prejuicios y sus creencias populares.
La película no es para todos los gustos, es cierto. Su lentitud y su tono oscuro pueden resultar abrumadores para algunos espectadores. Sin embargo, para aquellos que aprecien el cine de terror psicológico, la cinematografía con un toque de folklore y las buenas actuaciones, “Cosa de brujas” es una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que te incomoda, te persigue y te hace reflexionar mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una película que demuestra que el verdadero terror reside no en los efectos especiales, sino en lo que nos hace vulnerables.
Nota: 9/10