Cosas que no se olvidan (2001)

“Cosas que no se olvidan” (Things We Lost Those Days), de Channing Tatum, es una propuesta cinematográfica audaz y, a veces, desconcertante que se atreve a explorar las complejidades de la adolescencia y la adultez temprana a través de dos historias interconectadas, aunque no siempre perfectamente unidas. Más que una simple colección de relatos, es un retrato reflexivo, a menudo melancólico, de las dudas, las ambiciones y las frustraciones que definen la juventud contemporánea. Tatum, sorprendentemente, se convierte en el director, y su incursión en la dirección demuestra un interés genuino por el tema y una sensibilidad que a veces eclipsa su anterior trayectoria como actor.

El guion, coescrito por Tatum y Vera Zhu, aborda temas densos como la identidad racial, la presión social, el sexo, la fama y la manipulación, siempre desde una perspectiva honesta y sin juicios. La película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, presenta situaciones incómodas y dilemas morales que obligan al espectador a confrontar sus propias percepciones. La narrativa se centra en dos jóvenes: Beau (Charlie Heaton) y Jared (Lucas Hedges). El primero, un joven blanco con una identidad latina cuestionada, lucha por encontrar su lugar en un mundo que le exige definirse. El segundo, un talentoso músico con un pasado familiar turbulento, se enfrenta a la fama y a las expectativas que le rodean. La interconexión entre estas dos vidas se revela gradualmente, a través de flashbacks y encuentros inesperados, creando una atmósfera de inquietud y misterio que, en última instancia, le da una mayor profundidad emocional a la historia.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Heaton entrega una interpretación particularmente conmovedora como Beau, capturando la vulnerabilidad y la confusión de un joven que se encuentra en una encrucijada. Hedges, por su parte, ofrece un retrato matizado de Jared, mostrando la genialidad y la fragilidad del personaje. La química entre ambos actores es palpable, y su interpretación conjunta aporta una genuinidad que eleva la calidad general de la película. El resto del reparto secundario también contribuye con interpretaciones sólidas, aunque algunos personajes no se desarrollaron completamente.

Tatum como director logra crear un ambiente visualmente atractivo, con una paleta de colores suave y una fotografía que enfatiza la melancolía del relato. La banda sonora, compuesta por Sufjan Stevens, complementa a la perfección la atmósfera emotiva de la película. Sin embargo, la estructura narrativa, aunque interesante, puede resultar algo dispersa en algunos momentos. Algunas escenas, aunque significativas, se sienten un poco prolongadas, y el ritmo de la película a veces se ralentiza innecesariamente. No obstante, la honestidad y el coraje con los que Tatum aborda temas tan complejos lo convierten en una película que permanece en la mente mucho tiempo después de haberla visto.

Nota: 7/10