Cosas que perdimos en el fuego (2007)

“Cosas que perdimos en el fuego” es una película que no intenta ser espectacular ni ofrecer respuestas fáciles sobre el duelo. Más bien, se aferra a la fragilidad humana, a la lucha interna y a las consecuencias devastadoras de la pérdida. La dirección de Todd Haynes, magistral como siempre, logra un tono melancólico y sofocante que refleja el estado emocional de sus personajes, utilizando la fotografía de Larry Pulaski como un elemento narrativo clave, con colores apagados y escenas encajadas que invitan a la introspección. No es una película que te atraiga con efectos especiales o acción, sino que te obliga a sentirte incómodo, a compartir la angustia y la desesperación de Audrey Burke (Halle Berry), una mujer que, tras la tragedia que le arrebató a su marido, busca refugio en un hombre con un pasado turbulento.

Halle Berry ofrece una actuación conmovedora, transmitiendo la vulnerabilidad y la furia contenida de Audrey con una intensidad palpable. Su mirada, a menudo perdida en la distancia, revela la profunda herida que la acompaña. Benicio del Toro, por su parte, complementa a la perfección su interpretación. Su personaje, Jerry Sunborne, es un hombre atormentado por su adicción y su propio pasado, pero la inesperada llegada de Audrey y sus hijos le brindan una oportunidad para redimirse, no solo para sí mismo, sino para construir una nueva relación, esta vez basada en la paternidad. La química entre ambos actores es notable, creando un diálogo sutil pero profundamente significativo que explora la complejidad del amor, la redención y la posibilidad de encontrar la esperanza en los lugares más oscuros. La película no romantiza la adicción ni la rehabilitación; muestra las luchas diarias, el temor a recaer y la necesidad de apoyo constante.

El guion, escrito por Tony Kushner, es, sin duda, el corazón de la película. No simplifica la historia, sino que la explora en profundidad, planteando preguntas difíciles sobre la naturaleza del duelo, la responsabilidad familiar y el impacto de las decisiones pasadas. Se permite mostrar la complejidad de las relaciones interpersonales, sin caer en estereotipos ni soluciones fáciles. Hay momentos en la película que son terriblemente realistas, reflejando la incertidumbre y la fragilidad de la vida. La película se centra en el proceso de reconstrucción, en la búsqueda de un nuevo significado después de una pérdida irreparable. Kushner evita la melodrama y se adentra en la psicología de los personajes, creando un retrato honesto y esperanzador de una familia intentando salir de las cenizas de un incendio que ha cambiado sus vidas para siempre. No se trata de una película ligera, pero sí es una obra que invita a la reflexión y que deja una huella duradera en el espectador.

Nota: 7.5/10