Cowboy de medianoche (1969)

“Cowboy de medianoche” (Midnight Cowboy) es una película que, a pesar de la controversia inicial que rodeó su estreno, se mantiene como un hito en la historia del cine. Más allá de las reacciones polémicas sobre su contenido explícito, la cinta de James Bridges y Arthur Penn ofrece una observación profundamente humana y, sobre todo, tremendamente conmovedora sobre la soledad, la ambición y la búsqueda de identidad en la ciudad de Nueva York.

La película se centra en Joe Buck, interpretado magistralmente por Dustin Hoffman. Hoffman entrega una actuación que va más allá de lo meramente característico; lo que vemos es un individuo genuinamente vulnerable, un chico de Texas con sueños grandiosos y una inocencia que se desmorona lentamente bajo el peso de la realidad. La evolución de Joe, desde su idealismo inicial hasta la desesperación y la aceptación de su destino, es el núcleo emocional de la película. Hoffman transmite una intensidad palpable en cada escena, mostrando una mezcla de esperanza, frustración y finalmente, resignación con una sutileza impresionante.

La relación entre Joe y Rico “Ratso” Rizzo (Jon Voight) es el corazón palpitante de la narrativa. Voight, en un papel que le otorgó un Oscar, ofrece una actuación de gran intensidad y complejidad. Ratso no es simplemente un rufián; es un hombre lastrado por su pasado, con una necesidad imperiosa de compañía y una capacidad innegable para la conexión. La dinámica entre Joe y Ratso es de una extraña y complicada reciprocidad, una dependencia emocional que, aunque moralmente cuestionable, es profundamente conmovedora. La dirección de Bridges y Penn, con escenas largas y sin diálogo, permite que esta relación se desarrolle de manera orgánica y cruda, sin artificios.

La película destaca por su realismo, un realista brutal. La Nueva York de los años 60 no se presenta como el sueño de los inmigrantes, sino como una ciudad despiadada, llena de oportunidades fugaces y con una alta probabilidad de fracaso. La fotografía de Tak Fujimoto captura magistralmente la atmósfera opresiva de la ciudad, con sus calles oscuras, sus bares vacíos y su constante lluvia. Las escenas nocturnas, particularmente, son icónicas y evocadoras, contribuyendo significativamente al ambiente general de melancolía y desesperación.

Si bien el guion, aunque efectivo, puede sentirse algo lento en algunos momentos, y la trama podría beneficiarse de una mayor profundidad en algunos aspectos, la película logra mantener el interés del espectador gracias a sus personajes complejos, sus actuaciones sobresalientes y su retrato honesto de la condición humana. “Cowboy de medianoche” no ofrece soluciones fáciles ni moralizaciones simplistas. Simplemente, presenta una situación límite y deja que el espectador decida sobre su significado.

Nota: 8.5/10