Crackers, que locura de robo (1984)

“Crackers, que locura de robo” es una explosión de humor irreverente y una deliciosa parodia del cine de acción de los ochenta. Dirigida por Richard Donners, la película se sitúa en el aparentemente anodino suburbio de San Francisco, pero rápidamente se convierte en un crisol de personajes extravagantes y situaciones absolutamente absurdas. Donners logra capturar con maestría la esencia de las comedia italiana, en particular el espíritu de los trabajos de Mario Monicelli, con una adaptación de "Rufufu" que se siente refrescante y sorprendentemente inteligente.

La película no se centra en la espectacularidad de un robo, sino en la construcción del caos. La dinámica entre los "Crackers" – Leo, Mac, Frank y la pequeña, pero formidable, Patty – es el corazón de la película. Cada uno de los personajes, interpretados con una energía contagiosa por parte de un elenco que incluye a Martin Short, William H. Macy y Holly Hunter, es una caricatura vivaz. Short, en particular, se desvive en el papel de Leo, un hombre con un exceso de ambición y una falta de criterio que lo llevan invariablemente al desastre. La química entre los actores es palpable, y sus interacciones se convierten en el núcleo del humor de la película, ofreciendo momentos hilarantes que se quedan grabados en la memoria.

La dirección de Donners es impecable. Evita caer en la parodia superficial, en su lugar, ofrece una mirada a las vidas de estos marginados, mostrando su desesperación y su necesidad de escapar de un destino que no les favorece. La película tiene un ritmo implacable, impulsado por secuencias de acción que, aunque exageradas y a menudo ridículas, cumplen su propósito de generar sorpresa y entretenimiento. Los efectos especiales, que hoy en día podrían parecer anticuados, se integran a la perfección en el tono general de la película, contribuyendo a su encanto visual.

El guion, escrito por Donners, William Goldman y David Sarnoff, es quizás el punto fuerte de la película. No rehuye la exageración ni la absurditad, pero lo hace con una elegancia narrativa que le permite construir un relato ingenioso y sorprendente. La trama, aunque sencilla, está llena de giros inesperados y situaciones cómicas que desafían cualquier expectativa. Se nota que los guionistas han sabido absorber la esencia del original italiano, adaptándola a un nuevo contexto cultural y cinematográfico. Más allá del simple acto de robar, la película explora temas como la clase social, el desengaño y la búsqueda de la felicidad, aunque siempre desde una perspectiva satírica y desmitificadora.

En definitiva, “Crackers, que locura de robo” es una joya inesperada del cine de los ochenta. Es una película que se disfruta a lo largo de toda su duración, gracias a su humor inteligente, sus personajes entrañables y su dirección magistral. No es un clásico que cambiará la historia del cine, pero sí es una experiencia cinematográfica muy recomendable para aquellos que buscan una comedia fresca, original y con un toque de irreverencia.

Nota: 7/10