Cracks (2009)

“Cracks” no es una película que se recuerda fácilmente, ni que se olvida rápidamente. Es una obra densa, perturbadora y profundamente inquietante de la directora Terry Gilliam, una película que exige del espectador un compromiso total, una mente receptiva y, sobre todo, una voluntad de afrontar su propia incomodidad. La película se erige como un estudio de la soledad, la envidia, el deseo y, quizás lo más importante, la fragilidad de la condición humana. A través de la mirada de Miss G. (Eva Green), una profesora de una escuela puritana y elitista, Gilliam construye una narrativa compleja y llena de matices, lejos de un simple relato romántico.

La dirección de Gilliam es, como siempre, magistral. Su visión particular se manifiesta en la estética deliberadamente desordenada, con una coreografía visual que mezcla elementos de fantasía, surrealismo y un cierto realismo decadente. La fotografía de Rob Carter es fundamental para el tono general de la película: una paleta de colores apagados y sutiles, con toques de verde enfermizo y amarillo fantasmal, contribuye a crear una atmósfera de opresión y desasosiego. El uso del sonido, con sus silbidos incesantes y la música minimalista, es igualmente efectivo, intensificando la sensación de inquietud. Gilliam no busca la espectacularidad, sino la insinuación, la sugerencia, la sensación de que algo acecha bajo la superficie de lo aparentemente normal.

Eva Green ofrece una interpretación soberbia, transformándose completamente en Miss G., una mujer compleja, atormentada y, paradójicamente, terriblemente vulnerable. Su actuación va más allá de la simple interpretación; es una encarnación física y emocional de la desesperación y el deseo. María Valverde, como Fiamma, aporta una presencia delicada y perturbadora, un contraste interesante con la frialdad y el control de Miss G. Sin embargo, el elenco secundario, si bien competente, no alcanza la misma profundidad que las dos protagonistas. La película depende mucho de la química entre Green y Valverde, que es, sin duda, el núcleo de la narrativa.

El guion, adaptado de la novela de Neal Stephenson, es el punto fuerte de la película. Gilliam y Stephenson han logrado traducir la esencia del texto original a la pantalla, manteniendo la ambigüedad y la complejidad de la historia. La película plantea preguntas sin ofrecer respuestas fáciles, explorando temas como el poder, la identidad, el control y la libertad. La trama no es lineal ni convencional, y a menudo se pierde en pasajes oníricos y simbólicos. Esta decisión, si bien puede resultar frustrante para algunos espectadores, es fundamental para transmitir el mensaje subyacente de la película: que la realidad es fluida, subjetiva y, en última instancia, incomprensible.

“Cracks” no es un entretenimiento fácil. Es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora que invita a la reflexión. No pretende ser una película para todos los públicos, pero para aquellos que estén dispuestos a embarcarse en su mundo particular, ofrece una visión original y provocadora de la naturaleza humana. Es una película que permanecerá contigo mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 8/10