Creed II: La leyenda de Rocky (2018)

“Creed II: La leyenda de Rocky” no es un golpe devastador en la franquicia, sino más bien un empujón sólido, aunque predecible, que reafirma sus cimientos. Michael B. Jordan ha sabido mantener la esencia de la saga, pero esta vez la historia se sumerge en un territorio familiar que, si bien es emotivo, a veces se siente excesivamente centrado en el pasado, restando brillo al presente de Adonis Creed.

La dirección de Steven Caple Jr. es visualmente atractiva. Utiliza el ring como el verdadero protagonista, con secuencias de pelea coreografiadas con un dinamismo que recuerda a los originales. El ritmo, en general, es decente, aunque se siente que las escenas de entrenamiento y los diálogos familiares, aunque bien actuados, ralentizan el desarrollo de la trama. Hay una sensación de que el guion se aferra demasiado a la nostalgia, a la repetición de motivaciones y reflexiones que ya se habían explorado en las entregas anteriores. El conflicto central, la relación entre Adonis y Viktor Drago (Adrien Brody), es intrigante, pero su resolución, aunque satisfactoria, carece de la profundidad que merecía.

Las actuaciones son un punto fuerte. Michael B. Jordan continúa demostrando su capacidad como actor y su carisma en el papel de Adonis. Su evolución como luchador y como hombre, en busca de su identidad, es convincente. La presencia de Sylvester Stallone como Rocky Balboa es, como siempre, un regalo. Stallone, en una de sus mejores interpretaciones en años, aporta sabiduría, experiencia y un corazón genuino al personaje. Adrien Brody, por su parte, da una actuación admirable, dotando a Viktor Drago de una complejidad que va más allá de la mera caricatura del villano. Él se convierte en un hombre roto, con un pasado oscuro que lo atormenta, lo que le confiere una cierta empatía, incluso en sus acciones más retorcidas.

El tema central de la familia, la herencia y la búsqueda de la identidad se mantiene como uno de los pilares de la saga. Sin embargo, "Creed II" parece querer, a veces de forma un poco forzada, confirmar lo que ya era obvio: la importancia de la conexión familiar y la lucha por superar los demonios del pasado. La película tiene momentos de intensa emoción y diálogos impactantes, pero su estructura general es simplista y su mensaje, aunque sincero, no está exento de clichés. La película no ofrece sorpresas narrativas, pero recompensa al espectador con escenas de boxeo de alta calidad y con un tributo honorable a la leyenda de Rocky.

Nota:** 6/10