Creed III (2023)

“Creed III” no es solo otra entrega de la saga; es una pieza de cine deportivo que se atreve a profundizar en las cicatrices emocionales y las consecuencias de la ambición. Michael B. Jordan, como director, logra un equilibrio notable entre el espectáculo visceral del boxeo y la exploración del personaje de Adonis Creed, llevándolo a un lugar emocionalmente más complejo de lo que quizás se esperara.

La película se centra en la inevitable confrontación entre Adonis y Damien Anderson, su viejo amigo de la infancia, un encuentro que trasciende la simple rivalidad en el ring. Jordan se gasta mucho tiempo y recursos en construir una atmósfera de tensión palpable desde el principio. Damien, interpretado con una intensidad sombría por Jonathan Majors, no es simplemente el villano caricaturesco que a menudo se le otorga a estos personajes. Majors le da una profundidad inquietante, una mezcla de resentimiento, desesperación y un deseo de redención que lo convierte en un oponente formidable tanto en la historia como en el ring. La película se preocupa por mostrar las motivaciones de Damien, explicando el camino que lo llevó a la cárcel y el impacto devastador de las decisiones que tomó. Esto obliga a Adonis a tomar decisiones muy difíciles, no solo por su carrera, sino por su familia y su propia moral.

La dirección de Jordan es sólida, con secuencias de boxeo coreografiadas con una brutalidad realista que no cae en el sensacionalismo. Las batallas son intensas, visualmente impactantes y, lo más importante, sirven para avanzar en la narrativa. La película no se centra únicamente en el golpe y la reacción, sino que explora el esfuerzo físico y mental que implica el combate. Los ángulos de cámara, la edición y la banda sonora, cuidadosamente seleccionada por Ludwig Göransson, se combinan para crear un ritmo que mantiene al espectador al borde del asiento. La fotografía, en general, es excelente, transmitiendo tanto la dureza de la lucha como la belleza de los paisajes de Nueva York.

Sin embargo, el guion a veces se ve afectado por clichés del género. Aunque la exploración de las relaciones familiares, especialmente la de Adonis con su hija, es emotiva, a menudo se siente algo forzada. Algunos diálogos son un poco expositivos, y la trama, si bien interesante, podría haber sido más audaz. A pesar de estas pequeñas debilidades, la película logra construir un arco argumental convincente, centrada en la búsqueda de la identidad y la aceptación de los errores del pasado.

Las actuaciones son excepcionales. Además de Jonathan Majors, Michael B. Jordan ofrece una interpretación madura y convincente de Adonis Creed, mostrando su vulnerabilidad y su determinación. El resto del elenco secundario, incluyendo Jabari White y Eriq LaMarsh, también cumplen con creces, aportando personajes secundarios memorables. La química entre los actores es palpable y contribuye significativamente a la credibilidad de la historia.

Nota: 8/10