Creepshow (1982)

“Creepshow”, la joya curada por el propio Sam Raimi en 1982, no es simplemente una recopilación de historias de terror. Es una celebración del género, un homenaje a las pulp magazines y una declaración de intenciones sobre el poder del espectáculo y la disección macabra. Raimi, con su característico estilo visual frenético y su amor por lo grotesco, logra transformar las inquietantes y a menudo absurdas historias de Stephen King en algo visceralmente memorable. La película se estructura como un cómic devorado, y esa metáfora visual es crucial para entender la experiencia. Es como si estuviéramos leyendo un relato de terror, pero en lugar de palabras escritas, lo vemos plasmado en imágenes impactantes y movimientos de cámara inventivos.

La dirección de Raimi es, por supuesto, el elemento central de la película. Su dominio de la cámara, la iluminación y los efectos especiales es impecable. La película está llena de planos cerrados, movimientos de cámara sorprendentes y zooms abruptos que crean una sensación constante de tensión e incomodidad. Los planos de los monstruos y las escenas de gore son grotescos y perturbadores, pero nunca se sacrifican en favor del miedo puramente visceral. Más que asustar, Raimi busca provocar una reacción de repulsión y fascinación a partes iguales. La paleta de colores, a menudo vibrante y contrastante, contrasta fuertemente con el horror que se representa, exacerbando el efecto visual.

Las actuaciones son sólidas, con un reparto que incluye a Bruce Campbell, John Carradine y Michael Baldwin. Campbell, en particular, ofrece un rendimiento memorable como el insensible padre, un hombre obsesionado con la perversión y la violencia. Carradine, con su rostro surcado por la experiencia y sus ojos penetrantes, aporta una presencia imponente a su papel. Las historias, aunque breves, son narradas con una economía de recursos, y cada actor se esfuerza por transmitir la desesperación, la locura o la incomodidad de sus personajes. Es evidente que el guion se centra en la caracterización, en crear personajes con los que el espectador puede (o debe) conectar, aunque sea por su maldad.

Las historias de King, aunque conocidas por su calidad, se adaptan con maestría. "La Casa de las Bestias" es particularmente brillante, con un retrato implacable de la violencia infantil y la perversión. "El Misterio de la Mano Izquierda" es una comedia negra inquietante, que explora la obsesión con lo oculto y la locura del poder. La banda sonora, compuesta por Christopher Young, es fundamental para el tono general de la película, mezclando elementos de música orquestal con efectos de sonido industriales, creando una atmósfera inquietante y constante. “Creepshow” no se toma en serio el terror; lo presenta como un espectáculo, una forma de entretenimiento macabra, y eso es precisamente lo que la convierte en una joya atemporal.

Nota: 8.5/10