Cremaster 3 (2002)

(EN) · Drama, Fantasía · 3h 2m

Póster de Cremaster 3
Media
2.3 /10

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Sinopsis

En el corazón de Nueva York, “Cremaster 3” (2002) presenta una experiencia visual y sonora vertiginosa, dirigida por Matthew Barney y protagonizada por Richard Serra, Aimee Mullins y Roger Miret. La película explora la construcción del emblemático Chrysler Building, transformándolo en un personaje central, un crisol de fuerzas contradictorias en busca de la trascendencia espiritual.

La trama se centra en el conflicto entre figuras míticas como Hiram Abiff, el albañil de la Biblia, y el arquitecto, reflejando una batalla visceral por el poder y la iluminación. Aimee Mullins, con su icónica prótesis, personifica la fragilidad y la transformación, mientras que Richard Serra, a través de sus esculturas, aporta una presencia física imponente. Roger Miret, con su estética andrógina y performativa, contribuye a la atmósfera opresiva y ritualista que impregna la obra.

"Cremaster 3" es una obra maestra de la instalación artística cinematográfica, un viaje onírico y perturbador que cuestiona la naturaleza de la fe, el poder y la propia arquitectura.

Ficha de la película

Título original

Cremaster 3


Estreno


Géneros

Idioma original

EN


Dirección

Guionista

Matthew Barney, Barbara Gladstone


Reparto principal de Cremaster 3

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en Cremaster 3.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto Cremaster 3. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Álvaro Velasco
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.5/10)

“Cremaster 3” de Matthew Barney es, sin duda alguna, una de las películas más desafiantes y, a la vez, más fascinantes que he tenido el privilegio de ver en los últimos años. No es una película para el espectador casual, sino para aquel que busca una experiencia cinematográfica que lo desarme, lo confronte y lo invite a cuestionar sus propias percepciones sobre la arquitectura, la fe y la condición humana. Barney no ofrece una narración lineal ni una trama convencional; en cambio, nos sumerge en un viaje onírico, un flujo de imágenes y sonidos que se asemeja más a una instalación artística prolongada que a una película tradicional.

La elección de Richard Serra como protagonista no es accidental. Su presencia, tanto física como conceptual, es central a la película. Sus esculturas, proyectadas en diferentes escalas y contextos, actúan como símbolos poderosos, elementos arquitectónicos que encierran una carga de significados ocultos. Barney logra transformar sus obras en entidades vivientes, capaces de emitir fuerza, misterio y una palpable sensación de tiempo suspendido. La película no se limita a mostrar las esculturas, las *vuelve a habitarlas*, las ancla en un mundo mitológico y en un proceso de creación y destrucción.

Aimee Mullins, con su icónica prótesis, añade una capa de complejidad crucial. No es simplemente un accesorio estético, sino un símbolo de la fragilidad, la transformación y la búsqueda de la propia identidad. Su personaje, en este contexto, representa la lucha por la trascendencia, por la superación de las limitaciones físicas y sociales, y su paso por los espacios de la película, incluyendo la recreación del Chrysler Building, es un acto de resistencia y de exploración. Su movimiento, calculado y deliberado, refuerza la sensación de que está atravesando un laberinto interno, una búsqueda en constante transformación.

La actuación de Roger Miret, aunque a veces sutil, es fundamental para la atmósfera opresiva y ritualista que impregna la obra. Su estética andrógina y performativa – bailes, gestos, miradas – contribuyen a la sensación de que estamos presenciando un evento místico, un ritual de iniciación. Barney utiliza el sonido de forma magistral, creando paisajes sonoros que se combinan con las imágenes para intensificar la experiencia sensorial y, a menudo, generar inquietud. El uso del color, predominante en tonos rojizos y dorados, refuerza esta sensación de fuego, de transformación y de profecía.

A pesar de su complejidad y su naturaleza fragmentada, “Cremaster 3” es una película que permanece en la memoria con una fuerza innegable. No busca ofrecer respuestas fáciles, sino estimular la reflexión y la contemplación. Es una obra que exige un compromiso activo por parte del espectador, que invita a sumergirse en su mundo de símbolos y metáforas. Es, en definitiva, una película que redefine las posibilidades del cine, convirtiéndola en un medio para la expresión artística en su forma más radical.

Nota: 8.5/10

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