Criaturas feroces (1997)

“Criaturas Feroces” (Monsters Unleashed, en su título original) no es una película de terror que te va a hacer saltar del asiento. Es, en su lugar, una de esas películas que te hace pensar, que te obliga a reflexionar sobre la naturaleza humana y los límites de la ambición. La historia, aunque sencilla, presenta una premisa interesante: un hombre de negocios, Arthur Bean, compra un zoológico rural en el norte de Inglaterra con la única intención de transformarlo en un parque temático de atracciones, desprendiéndose de los animales que considera menos rentables. La película no se centra tanto en la persecución de criaturas monstruosas, sino en la lenta e inexorable erosión de los valores y la moralidad de sus protagonistas.

La dirección de Ben Price es sólida, manejando el suspense y la atmósfera con una delicadeza que contrasta con la violencia implícita en la historia. Price sabe crear tensión, no a través de sustos repentinos, sino a través de la sensación constante de que algo está mal. Las escenas en el zoo, especialmente durante el día, son particularmente inquietantes, saturadas de luz y color, pero con un aura de tristeza y decadencia que anticipa lo que está por venir. El ritmo es pausado, deliberado, lo cual puede ser frustrante para algunos espectadores esperando un espectáculo más intenso, pero en mi opinión, contribuye a la efectividad del tratamiento temático. El uso de planos generales, mostrando la magnitud del zoológico y la soledad de sus habitantes, es efectivo y visualmente atractivo.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Mark Patterson como Arthur Bean ofrece una interpretación convincente de un hombre que evoluciona de un empresario despiadado a una figura cada vez más perturbada por las consecuencias de sus acciones. Su transformación no es dramática, sino más bien gradual y, a veces, sutilmente retorcida. Olivia Hall como la veterinaria Sarah, la voz de la razón en el zoológico, destaca por su credibilidad y su capacidad para transmitir la angustia y la desesperación de una mujer que se siente impotente ante la crueldad de Bean. El resto del reparto cumple con sus funciones, pero ninguno logra destacar particularmente.

El guion, escrito por Price y Pete Golding, es quizás el punto más débil de la película. Aunque la idea es interesante, la ejecución carece de profundidad y de una exploración más completa de las motivaciones de los personajes. Los diálogos son a menudo expositivos y poco naturales. Sin embargo, el guion logra plantear preguntas relevantes sobre la ética en los negocios, la explotación animal y la pérdida de conexión con la naturaleza. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que deja al espectador con más interrogantes de los que genera. En su lugar, se centra en el impacto psicológico de las decisiones de Arthur Bean, mostrando el daño emocional que causa a aquellos que se sienten conectados con los animales. La película podría haber beneficiado de una mayor ambigüedad moral, dejando al espectador con más libertad para interpretar las acciones de los personajes.

En definitiva, "Criaturas Feroces" es una película con potencial, que logra crear una atmósfera inquietante y plantea preguntas importantes. Aunque no sea un thriller de terror espectacular, ofrece una reflexión sobre la ambición desmedida y las consecuencias de la falta de empatía. Es una película que, a pesar de sus fallas, vale la pena ver si te gusta el suspense psicológico.

Nota: 6/10