“Cristiada: El Legado”, la película de Jaime Humberto Suñen, es mucho más que una simple recreación histórica. Es un drama visceral, una denuncia de la opresión y una meditación sobre la fe y la resistencia en un México convulso. La película, ambientada en la década de 1920, bajo el régimen represivo de Plutarco Elías Calles, se sumerge en las profundidades del conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica, específicamente en una comunidad religiosa en el corazón de Michoacán.
La dirección de Suñen es impecable, creando una atmósfera de tensión constante. La película no se basa en grandilocuencias visuales, sino en la sutileza de los detalles. La paleta de colores, dominada por tonos apagados y la luz natural, acentúa la sensación de desolación y la lucha silenciosa que libran los personajes. Suñen consigue transmitir la angustia de la comunidad religiosa, la desconfianza y la amenaza latente en cada escena, sin recurrir a la grandilocuencia y manteniendo un equilibrio entre la representación de la realidad y la necesidad de enfocarse en las emociones de los protagonistas.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. José Cuévas, como el Padre Tomás, ofrece una interpretación conmovedora, mostrando tanto la fortaleza de su fe como su vulnerabilidad. Su mirada transmite una mezcla de dignidad y dolor. El resto del elenco, compuesto por talentos como Mercedes Herro, Alejandro Dans y Julián Negrette, también entrega actuaciones convincentes, cada uno dotando a sus personajes con una profundidad y complejidad que los hace palpablemente reales. No se trata de héroes, sino de hombres y mujeres comunes enfrentados a una situación extraordinaria, luchando por sus convicciones con una valentía silenciosa.
El guion, aunque a veces un poco lento, es efectivo en la construcción de la narrativa. La película no intenta glorificar la resistencia religiosa, sino que la presenta como un acto de fe, de coraje y, en última instancia, de sacrificio. La trama se centra en la determinación del Padre Tomás, quien, a pesar de la creciente represión, no renuncia a sus principios y busca proteger a sus feligreses. La película también explora las consecuencias de la persecución religiosa, mostrando el impacto en la vida de los individuos y en la comunidad. Sin embargo, el guion podría haberse beneficiado de un ritmo más ágil en algunos momentos, particularmente en la exposición de las motivaciones políticas de Calles y de sus agentes.
“Cristiada” no es un drama fácil de ver. Es una película dura, que confronta al espectador con la brutalidad de la historia y la fragilidad de la fe. Es una reflexión sobre el poder, la libertad y la importancia de defender lo que uno cree, incluso cuando el precio es alto. Su majestad reside en su capacidad de evocar emociones profundas y en su mensaje sobre la importancia de la resistencia ante la opresión.
Nota: 7.5/10