Crónica de un amor efímero (2022)

“Crónica de un amor efímero” no es una comedia romántica ligera, ni tampoco un melodrama abiertamente doloroso. Es, en su esencia, una exploración sutil y, quizás, inquietante de la conexión humana que puede florecer en circunstancias inusuales y, a priori, condenadas al fracaso. La película, dirigida con una delicadeza impresionante por María Sánchez, se aferra a la belleza fugaz de una atracción que, desde el principio, reconoce su propia fragilidad.

La historia, que gira en torno a la relación entre Lucía, una madre soltera que trabaja en una librería, y Ricardo, un hombre casado con dos hijos, se desarrolla a un ritmo pausado y, deliberadamente, casi documental. La dirección de Sánchez logra transmitir una atmósfera de vulnerabilidad y recelo constante. No hay grandes gestos, ni escenas de pasión desatada. Lo que observamos es un diálogo lento, pero denso, una mirada furtiva que construye una complicidad silenciosa. La actriz principal, Elena Sánchez, ofrece una interpretación magistral. Su Lucía es una mujer con una vida marcada por la soledad y la responsabilidad, pero que, en los momentos robados con Ricardo, revela una profundidad emocional que sorprende. La química entre Elena Sánchez y Javier Gutiérrez, quien interpreta a Ricardo, es palpable, y ambos logran transmitir la ambigüedad y el dilema moral de sus personajes. Gutiérrez, a menudo, se muestra como un hombre atrapado en su matrimonio, lidiando con la culpa y la duda, lo que le otorga una complejidad admirable.

El guion, de Martin Fernández, es probablemente el elemento más fuerte de la película. No busca ofrecer respuestas fáciles ni un final convencional. En lugar de eso, se centra en las razones detrás de la atracción, en la necesidad humana de conexión y en el impacto que esta relación tiene en las vidas de los personajes. Se plantea la pregunta de si el placer, la comprensión y la ausencia de expectativas futuras pueden ser suficientes para sustentar un sentimiento, incluso si sabemos que el futuro es incierto. La película no juzga ni condena, simplemente presenta la realidad de esta relación, mostrando cómo se construye una nueva forma de ser en la clandestinidad y el secreto. La ambientación, con sus calles lluviosas de Madrid y las luces tenues de las librerías, contribuye a crear un ambiente de melancolía y misterio. Hay un uso muy efectivo del sonido, que enfatiza la tensión y el susurro de la conexión entre los dos personajes. El contraste entre la vida cotidiana de Lucía y la de Ricardo, y cómo su encuentro se convierte en un refugio, es particularmente conmovedor.

A pesar de su delicadeza y la belleza de sus actuaciones, “Crónica de un amor efímero” no está exenta de ciertas limitaciones. La trama, por su propia naturaleza, puede resultar lenta para algunos espectadores. Sin embargo, esta lentitud es intencional y, en mi opinión, esencial para transmitir la sensación de una relación que se desarrolla con cautela y respeto. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza del amor, la moralidad y la búsqueda de la felicidad en un mundo que a menudo nos limita.

Nota: 7.5/10