Cry Baby (El lágrima) (1990)

“Cry Baby (El Lágrima)” no es, sin duda, una obra maestra cinematográfica que cambiará tu percepción de la historia del cine. Sin embargo, es una película que merece la pena ver, precisamente por su peculiar encanto, su estética y su espíritu de rebeldía juvenil que resuenan con una energía contagiosa. La película, dirigida con una clara inspiración en las bandas sonoras del rock and roll de los 50, no se pretende ser realista; se presenta como una carta de amor visual y sonora al género.

Tim Currier consigue un equilibrio magistral entre la nostalgia del pasado y la frescura de la propuesta. La película se sumerge de lleno en el ambiente de los años 50, recreando con gran detalle la moda, el mobiliario y, sobre todo, la música. No es una mera banda sonora; el rock and roll es el corazón palpitante de la narrativa, y la banda sonora, compuesta por Joe Esposito, es absolutamente irresistible. Cada tema, cuidadosamente seleccionado y coreografiado, no solo establece el tono de la película sino que también sirve como vehículo para expresar las emociones y los deseos de los personajes.

El protagonista, Wade Walker, interpretado con una intensidad juvenil por Andrew McCarthy, es un personaje que, a pesar de ser un delincuente, posee una vulnerabilidad que lo hace fascinante. McCarthy logra transmitir esa dualidad, esa mezcla de peligro y ternura que define al personaje. La relación entre Wade y Allison Vernon-Williams (Nancy Malloy) no es un romance convencional; es una atracción salvaje, una conexión que trasciende las barreras sociales y los prejuicios. La química entre los dos actores es palpable, y sus interacciones son, en su mayoría, memorables.

Sin embargo, la película no está exenta de problemas. El guion, aunque divertido y entretenido, a veces cae en clichés y situaciones previsibles. El ritmo, en ocasiones, se vuelve un poco irregular, y algunos diálogos son un tanto torpes. Además, la trama principal, centrada en el amor entre Wade y Allison, puede resultar un poco superficial en comparación con los otros temas que aborda la película: la presión social, la rebelión contra la autoridad y la búsqueda de la identidad.

A pesar de estas debilidades, “Cry Baby” es una película que te invita a suspender la incredulidad y a dejarte llevar por su energía. Es una película que celebra la juventud, la libertad y la importancia de seguir tu propio camino, incluso si eso significa romper con las convenciones y desafiar a la autoridad. No es perfecta, pero su espíritu contagioso y su estética innegablemente atractiva la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. La película logra evocar un sentimiento nostálgico, no por la historia en sí, sino por la atmósfera que crea y la música que la acompaña. Es un pequeño tesoro del cine adolescente que, a pesar de sus fallos, te hará sonreír y te hará recordar la libertad de la juventud.

Nota: 7/10