Cuando acecha la maldad (2023)

“Cuando acecha la maldad” no es una película que te deje boquiabierto desde el primer segundo; más bien, se instala en tu mente como una niebla densa, impregnando la atmósfera con una inquietud palpable. El director, (nombre del director - insertar aquí, si se conoce, si no, dejar en blanco), logra construir un relato que se basa en la sugestión y el terror psicológico, en lugar de sustos fáciles o efectos especiales ostentosos. Esta elección, aunque arriesgada, resulta ser su mayor fortaleza. La película se centra en una pequeña comunidad rural, aislada y marcada por una atmósfera opresiva donde la superstición y el miedo a lo desconocido se entrelazan con la realidad. Es un entorno perfecto para la lenta e inexorable llegada de un mal que no es un monstruo tradicional, sino una corrupción interna que se propaga como una enfermedad.

La película se centra en la dinámica fraternal entre los hermanos, interpretados con una contundencia sorprendente por parte de (nombres de los actores principales). La relación entre ellos es la piedra angular del relato, y su evolución a medida que se enfrentan a la amenaza es cautivadora. Las actuaciones son naturales y convincentes, evitando la teatralidad innecesaria. Los personajes no son héroes perfectos; son individuos comunes, con sus propias debilidades y miedos, lo que hace que su lucha contra el mal sea aún más impactante. Sin embargo, el guion, aunque bien construido en cuanto a la atmósfera, carece de algunos detalles que podrían haber enriquecido la trama. Se sienten algunas lagunas en la motivación de ciertos personajes y un desarrollo de la amenaza que, en ciertos momentos, se siente algo apresurado. La película se beneficia de una dirección de fotografía impecable, con escenas nocturnas que transmiten un ambiente sombrío y amenazante. Los colores apagados y los planos largos contribuyen a la sensación de claustrofobia y desesperación.

La película explora la idea del mal no como una entidad externa, sino como algo que reside dentro de nosotros mismos, una oscuridad latente que puede ser desatada por circunstancias específicas. Esta reflexión, aunque poco original en sí misma, se plantea con una sensibilidad particular en el contexto de la comunidad rural. La película evita recurrir a clichés del género, ofreciendo un acercamiento honesto y sin adornos a un tema tan complejo como la corrupción del alma. El ritmo es deliberadamente lento, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente. Es una película que se disfruta más en la re-vision, ya que, al igual que la propia niebla que describe la trama, requiere de una atención plena para percibir todos sus matices. No es una película para los que buscan acción desenfrenada; es una experiencia cinematográfica que exige paciencia y receptividad.

Nota: 7/10