“Cuando llegue septiembre” (titulada originalmente “September”) es una película que, a pesar de su premisa potencialmente seductora, se queda en una amalgama de clichés y ambiciones frustradas. La historia, centrada en la reacción de un hombre rico a una traición amorosa, se siente predecible desde el principio, y aunque intenta jugar con la tensión y el drama, la ejecución no cumple con las expectativas. La dirección de Robert Wise es competente, pero carente de cualquier originalidad que pudiera elevar la narrativa. Se centra en la formalidad del ambiente, en la grandiosidad de la villa y en la opulencia de los escenarios, elementos visuales que, si bien son agradables a la vista, no logran compensar las fallas del guion.
La película se construye sobre una base de expectativas románticas y un deseo de reencuentro. La llegada precipitada de Robert, interpretado con una frialdad estudiada por Montgomery Clift, genera un conflicto interno que, en teoría, podría ser conmovedor. Sin embargo, Clift le da una dureza excesiva al personaje, haciéndolo difícil de empatizar. Su interpretación es más fría que vulnerable, lo cual resta peso a sus emociones. La actuación de Dorothy McGuire como la novia, Eileen, es sólida, aunque limitada por la escasa profundidad del personaje, que se reduce a ser un símbolo de la desilusión amorosa. Aunque el resto de actores secundarios ofrecen interpretaciones decentes, ninguno logra destacar particularmente. El guion no ofrece espacios para la exploración de sus motivaciones, limitándolos a roles meramente expositivos.
Lo más notable de la película reside en la complejidad inesperada que ofrece el giro argumental. La conversión de la villa en un hotel repleto de jóvenes americanas, un elemento que inicialmente parece absurdo, se integra de manera sorprendentemente orgánica en la narrativa. Este cambio inesperado sirve para subrayar la alienación de Robert y su desconexión con el mundo. La película juega con el contraste entre el lujo decadente y la frivolidad juvenil, creando momentos de humor sutil y, en ocasiones, inquietantes. Sin embargo, el recurso, aunque ingenioso, termina siendo un artificio para evitar profundizar en las emociones centrales. La trama se vuelve recargada con situaciones artificiales y diálogos que, en su mayoría, resultan clichéticos. La tensión se mantiene, sí, pero a menudo se basa más en la expectativa del espectador que en la verdadera evolución de los personajes.
En definitiva, “Cuando llegue septiembre” es una película agradable de ver, con una fotografía cuidada y un ambiente evocador. Sin embargo, la historia carece de la sustancia emocional y la originalidad necesarias para considerarla verdaderamente memorable. Es una pieza de entretenimiento ligero, pero que no deja una huella duradera. Se deja ver, pero no se siente particularmente impactante.
Nota: 6/10