Cuanto más, mejor (1990)

“Cuanto más, mejor” (Quasi finito) de Jim Jarmusch es una película que, a primera vista, podría parecer una simple y estilizada crónica de la vida nocturna de un grupo de jazz en el corazón de Nueva York. Pero, al profundizar, se revela como una meditación sobre la amistad, la ambición, la frustración y el constante cuestionamiento de las prioridades. Jarmusch no busca grandilocuencias ni diálogos ingeniosos; su maestría reside en la observación precisa y en la creación de atmósferas que transmiten más con la imagen que con la palabra.

La dirección de Jarmusch es, como siempre, meticulosa y enfocada. Utiliza tomas largas, con movimientos de cámara suaves y una paleta de colores apagada, predominando los tonos grises y ocres que reflejan el ambiente sucio y marginal del club. Esta estética visual contribuye enormemente a la sensación de autenticidad, como si estuviéramos siendo testigos de una escena real. La banda sonora, con un jazz cool y reflexivo, se integra perfectamente en la narrativa, realzando la melancolía y la tensión constante.

Las actuaciones son sobresalientes. Gabriel Byrne, como Bleek Gilliam, entrega una interpretación particularmente brillante, transmitiendo la complejidad de un hombre dividido entre sus responsabilidades, sus deseos y sus miedos. Byrne logra la fragilidad y la determinación de un músico que lucha por mantener la cabeza fuera del agua. El resto del quinteto, encabezado por el siempre efectivo Bill Murray, ofrecen interpretaciones sólidas y convincentes. El propio Murray, en un rol que parece haber sido escrito para él, aporta un humor sutil y una elegancia natural que añaden un toque de ironía a la historia.

El guion, aunque no destaca por su originalidad, sí funciona muy bien en su ejecución. Jarmusch no busca simplificar las situaciones o ofrecer soluciones fáciles. Los personajes se enfrentan a dilemas morales ambiguos y las decisiones que toman tienen consecuencias reales. La trama se centra en la dinámica entre los miembros del grupo, mostrando cómo las amistades, la rivalidad y los romances pueden complicar la vida de las personas. La película explora la idea de la "dosis justa", tanto en el jazz como en la vida, donde demasiado o muy poco puede ser perjudicial. La relación entre Bleek y Shadow, llena de tensión y camaradería, se convierte en el núcleo de la historia, y el dilema que se enfrentan al final es particularmente conmovedor.

Sin embargo, la película a veces puede resultar un poco lenta, y la falta de una trama central clara podría frustrar a algunos espectadores. Además, el ritmo pausado, aunque contribuye a la atmósfera, puede requerir paciencia por parte del público. A pesar de esto, "Cuanto más, mejor" es una obra sólida y reflexiva, que nos invita a cuestionar nuestras propias prioridades y a apreciar la belleza en lo imperfecto.

Nota: 7/10