Cuatro hermanos (2005)

“Cuatro hermanos” no es simplemente una película de acción, es un estudio sobre la familia – en su forma más conflictiva y, a veces, destructiva. John Singleton, maestro de la narrativa urbana que nos ofreció “Los chicos del barrio”, regresa con una obra que, aunque no alcanza la profundidad de sus trabajos anteriores, sí logra un retrato conmovedor y visceral de cuatro hermanos unidos por la tragedia y, aparentemente, por la indiferencia. La película se centra en el asesinato de la matriarca, Helen Mercer (Regina King), y la posterior investigación de sus hijos, cada uno marcado por su propia historia y resentimientos.

La dirección de Singleton se apoya en una estética cruda y realista. Abandonando la grandilocuencia de algunos de sus proyectos pasados, aquí se centra en los detalles, en los momentos de tensión sutiles y en las miradas que revelan más que las palabras. La película se siente densa, un reflejo de la complejidad de las relaciones familiares. La fotografía es oscura, casi claustrofóbica, lo que contribuye a la atmósfera de desasosiego y paranoia que impregna la trama. Singleton consigue, sin embargo, evitar caer en clichés y se aferra a la autenticidad de las situaciones y los personajes. Es una película que invita a la reflexión, más allá del entretenimiento puro y duro.

Las actuaciones son un pilar fundamental de la película. Mark Wahlberg, a menudo relegado a personajes de acción, ofrece una interpretación inesperadamente sutil y melancólica como Bobby, el hermano más impulsivo. Tyrese Gibson, en el papel de Angel, aporta un carisma peligroso y una vulnerabilidad que le otorga credibilidad al personaje. André Benjamin, como Jeremiah, maneja con maestría la dicotomía entre el hombre de negocios exitoso y el hijo rebelde. Y Garrett Hedlund, como Jack, logra transmitir la frustración y la incomodidad de un hombre atrapado en un ciclo de autodestrucción. Sin embargo, es Regina King quien se lleva la palma. Su interpretación de Helen Mercer es absolutamente reveladora: un personaje complejo, enigmático y profundamente perturbador. King domina la pantalla con una intensidad que justifica la presencia de un personaje tan central en la historia.

El guion, aunque no carece de momentos predecibles, presenta un desarrollo interesante de los personajes y sus motivaciones. La trama, construida alrededor de un atraco que resulta en la muerte de la madre, se centra en la búsqueda de venganza y en el proceso de confrontación interna que viven los hermanos. No obstante, la película a veces se sobrecarga con elementos de acción, que, si bien cumplen su función, podrían haberse reducido para profundizar en la exploración de las relaciones familiares. El ritmo es desigual y la resolución, aunque satisfactoria, no llega a sorprender. El conflicto central reside en la dificultad de los hermanos para comunicarse y en la sombra del pasado que los acecha, y es precisamente en este aspecto donde la película encuentra su mayor fortaleza. La idea de que “algo más poderoso que la sangre” los une es el núcleo de la narrativa y, aunque no se explora en profundidad, es un concepto inquietante y evocador.

Nota: 7/10