“Cuento de Invierno” (Winter’s Tale) es una película que, a primera vista, parece un experimento narrativo audaz, un intento de colgar un cuento de hadas de Dickens en el presente. Y, en cierta medida, lo logra. La película, dirigida por Alan Rickman (en su última y, a mi entender, más conmovedora contribución al cine), se construye sobre una premisa fascinante: un ladrón de poca monta, Peter Lake, se encuentra con Beverly Penn, una joven destinada a morir, y, de forma misteriosa, consigue detener el tiempo y su propia muerte, volviendo temporalmente al pasado.
Rickman, que también interpreta a Peter Lake, ofrece una actuación magistral. Su Peter es un personaje contradictorio, a la vez cínico y vulnerable, un ser desconfiado que, inevitablemente, se ve arrastrado por la magia de la historia que está viviendo. La entrega de Rickman está cargada de matices, y sus silencios, sus miradas, transmiten mucho más de lo que las palabras podrían expresar. La química entre Rickman y Holliday Grainger, quien interpreta a Beverly, es palpable y fundamental para la credibilidad del relato. Grainger ofrece una interpretación conmovedora y realista de una joven enfrentada a la inevitabilidad de su destino. Su Beverly no es una princesa idealizada, sino una joven fuerte, inteligente y profundamente humana.
La dirección de Rickman es elegante y evocadora. La película se mueve con fluidez entre el presente, representado con una atmósfera sombría y moderna, y el pasado, que se presenta con una belleza melancólica y un gusto exquisito por los detalles. La fotografía, a cargo de John Seale, es sublime, con una paleta de colores dominada por tonos grises y azules, que intensifican la sensación de desolación y nostalgia. Sin embargo, la película no está exenta de problemas. El guion, aunque intrincado y lleno de giros inesperados, a veces se vuelve excesivamente complejo, y algunos de los flashbacks, particularmente los del pasado, pierden fuerza por su abundancia. La trama, consciente de su naturaleza alegórica, a veces diluye el impacto emocional de los momentos más significativos. No obstante, la película se salva por su atmósfera particular y por el mensaje universal que transmite sobre el amor, la pérdida y la esperanza.
La película se aferra a una elegancia visual y a un enfoque en la emoción humana, incluso cuando la lógica narrativa se desvanece. La relación entre Peter y Beverly es el corazón palpitante de la historia, un romance improbable que se construye sobre la empatía y la comprensión mutua. El espectador se ve obligado a cuestionar la naturaleza de la realidad y a reflexionar sobre el valor de la vida. “Cuento de Invierno” no es una película para todos los públicos, pero para aquellos que aprecien las historias complejas, visualmente impactantes y emocionalmente resonantes, definitivamente merece la pena verla.
Nota: 8/10