Cueste lo que cueste (2000)

“Cueste lo que cueste” (Come What May) no es, en absoluto, una película que revolucionará el cine adolescente. Sin embargo, la cinta de Jake Roberts logra ofrecer una pequeña dosis de nostalgia y un pequeño respiro de las clichés habituales del género, aunque con una ejecución que, en última instancia, se queda a medio camino.

La historia, centrada en Ryan Woodman, un estudiante discreto del Instituto Gilmore High, y su frustrada conquista por la popular y atractiva Ashley Grant, se siente familiar. Es el arquetipo del chico ‘outsider’ en busca de su oportunidad, atrapado entre la envidia de sus compañeros y la inalcanzable aspiración. El guion, en gran medida, se adhiere a las fórmulas ya establecidas, pero Roberts consigue imprimirle un toque sutilmente más inteligente que las películas de instituto más puras. Hay un matiz de autoconsciencia que permite a la película bromear con las convenciones del género, sin caer en la autocomplaciencia. La tensión entre Ryan y Chris, el ligón de nenas, es decentemente construida y se siente genuina, aunque nunca llega a ser particularmente intensa. Lo que sí funciona bien es el interés romántico que Ryan siente por Maggie, la mejor amiga de Ashley, que le brinda un contrapunto a la superficialidad del grupo dominante.

El director logra crear una atmósfera reconfortante, con toques de un indie rock americano que refuerza la sensación de un instituto normal, con sus propias dinámicas y dramas. La cinematografía es cuidada, aunque sin grandes despliegues visuales. Las escenas en exteriores, particularmente las que se desarrollan en los alrededores del instituto, son agradables y transmiten la sensación de un ambiente juvenil. Sin embargo, el ritmo de la película es desigual. Hay momentos de gran tensión dramática, pero también hay secciones más lentas y menos interesantes. El desarrollo de la trama, que se centra principalmente en los planes de Ryan para ganar el concurso de “el chico más popular”, se siente un tanto repetitivo, aunque con un cierto humor situacional que alivia el tono general.

El elenco juvenil es, en su mayoría, convincente. Josh Hutcherson, en su papel de Ryan, ofrece una interpretación honesta y accesible. No se esfuerza demasiado en ser un héroe carismático, lo que le da un toque de credibilidad a su personaje. Pero es el actor que realmente se destaca es Chris, interpretado por Nicholas Braun, quien consigue convertir al ligón de nenas en un personaje entrañable, aunque desquita. Su interpretación es magistral en la forma en que transmite la inseguridad y la torpeza de Chris.

A pesar de sus limitaciones, "Cueste lo que cueste" es una película agradable, con un tono optimista y una banda sonora que merece la pena escuchar. No es una obra maestra, pero ofrece un entretenimiento ligero y una reflexión sutil sobre la amistad, la autoestima y la búsqueda de la aceptación. Un pequeño triunfo dentro del subgénero adolescente.

Nota: 6.5/10