Cuestión de sangre (2021)

“Cuestión de Sangre” (The Fighter) no es una película sobre boxeadores, a pesar de que la disciplina deportiva es el telón de fondo de su historia. Es, antes que nada, un drama familiar visceral, un relato de redención que se desenvuelve con la crudeza y la intensidad que solo la perseverancia de la desesperación puede ofrecer. La película, dirigida por David O. Russell, se aleja deliberadamente de la estética pulida del cine deportivo moderno y se sumerge en la atmósfera densa y opresiva de Lowell, Massachusetts, en la década de los 80. Russell consigue un retrato convincente de una ciudad marcada por la pobreza, la adicción y la falta de oportunidades, donde la lucha no se lleva solo en el ring, sino también en el alma.

Matt Damon entrega una actuación magistral como Bill Baker, un hombre endurecido por la vida, marcado por el fracaso y la culpa. La complejidad del personaje radica en su incapacidad para conectar emocionalmente, su negativa a mostrar vulnerabilidad. Damon explora las profundidades de la frustración, la ira y el amor paternal de un hombre que ha perdido el rumbo, y su transformación a medida que se involucra en la vida de su hijo, Micky (Marc Wahlberg). Wahlberg, por su parte, ofrece una interpretación igualmente impactante, representando a Micky como un boxeador talentoso pero atormentado, consumido por sus demonios y la presión de su padre. La química entre Damon y Wahlberg es palpable, transmitiendo la tensión y el amor conflictivo que definen su relación.

La película no es sencilla en su guion. Russell no se limita a narrar una historia de éxito deportivo; explora las raíces de la adicción de Micky y el impacto que ha tenido en su familia. La película aborda temas como la responsabilidad, el perdón, la enfermedad mental y el poder destructivo del abuso. A pesar de la trama centrada en el boxeo, la película se centra en la dinámica familiar, en el dolor de las heridas del pasado y en la búsqueda de una redención que parece inalcanzable. Las escenas de pelea son impresionantes, pero se intercalan con conversaciones crudas y emotivas que ofrecen una visión más profunda de los personajes y sus motivaciones. La dirección de fotografía, con tonos apagados y una paleta de colores que refleja la tristeza y la desesperación, contribuye a crear una atmósfera envolvente y perturbadora.

Si bien el ritmo puede ser irregular en algunos momentos, y algunos diálogos son un poco forzados, "Cuestión de Sangre" es una película que te quedará en la memoria. Es un retrato honesto y conmovedor del fracaso, la perseverancia y la posibilidad de encontrar la redención en los lugares más inesperados. La película demuestra que, a veces, la verdadera batalla no se libra en el ring, sino en el corazón.

Nota: 8/10