Curvas peligrosas (1984)

“Curvas Peligrosas” (Fool’s Paradise) es una comedia negra con tintes de thriller psicológico, un descenso a la locura que, a pesar de sus fallas narrativas, atrapa desde el principio y se aferra a la memoria del espectador. Dirigida por Harold Becker, la película ofrece un retrato amargo y desmitificador del glamour californiano, un microcosmos de superficialidad, hedonismo y las consecuencias devastadoras de la búsqueda implacable del éxito y la felicidad a través del sexo y el estatus social. La película no se limita a parodiar el género del ‘beach movie’, sino que lo utiliza como pretexto para explorar las profundidades de la masculinidad tóxica y la falta de autenticidad.

La dirección de Becker es sólida, aunque a veces carente de originalidad. La atmósfera de la película, con sus playas soleadas, coches deportivos y fiestas desinhibidas, es meticulosamente construida y contribuye significativamente a la sensación de irrealidad y decadencia que impregna la trama. El uso de la cámara, generalmente dinámica y observacional, nos sitúa directamente en el mundo de los personajes, intensificando la sensación de envolvimiento en sus dilemas. Sin embargo, la película podría haber aprovechado aún más el potencial visual para subrayar la progresiva desintegración mental de sus protagonistas.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. Sean Penn, en el papel de Charlie Strong, el protagonista, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con creces la creciente paranoia y la desesperación de un hombre consumido por sus propios fantasmas. La evolución de su personaje, del arrogante y cínico al atormentado y vulnerable, es la columna vertebral de la película. Pero también merecen reconocimiento las interpretaciones de Bruce Willingham, como el inquietante y manipulador Jake, y de Kevin Spacey, que aporta un toque de ambigüedad moral y una palpable sensación de peligro al interpretar a un personaje aparentemente inofensivo que resulta ser un depredador emocional. La química entre los actores es fundamental para el éxito de la película.

El guion, escrito por Edward Cohen, presenta algunas inconsistencias y momentos de exageración. La trama, aunque intrigante en su premisa, cae en algunos clichés del thriller psicológico y la resolución, aunque efectiva, se siente un poco apresurada. No obstante, la exploración de la psicología de los personajes y sus motivaciones, bien como la confrontación entre sus ideales y sus acciones, le dan a la película una resonancia más profunda de lo que su superficie sugiere. La película no rehuye las contradicciones de los personajes, ni la dificultad de definir lo que es “bueno” y “malo” en un mundo donde el amor, la amistad y la felicidad se compraben con coches y chicas. La película plantea preguntas incómodas sobre la ética del deseo y la búsqueda de la perfección, sugiriendo que, a veces, el precio de la felicidad es demasiado alto.

En definitiva, “Curvas Peligrosas” es una película recomendable para aquellos que disfruten de las comedias oscuras con toques de suspense y una reflexión sobre la condición humana. Aunque no sea un hito del género, su atmósfera envolvente, sus actuaciones sólidas y su temática provocadora la convierten en una experiencia cinematográfica memorable.

Nota: 7/10