Cyrano (2021)

“Cyrano de Bergerac” (2023), dirigida por Joe Wright, es una película que se presenta como un fresco, una reinterpretación moderna y audaz de la icónica obra de Edmond Rostand. Y, en cierta medida, lo logra. La película, con James Norton interpretando al peculiar Cyrano, no es una simple recreación, sino una exploración de la fragilidad del amor, la inseguridad y la carga de un talento inigualable que se siente como una maldición. La película se centra en la relación entre Cyrano y Roxanne (Karla Semlehnis), una joven de gran belleza que es objeto de la admiración de Christian Dubois (Kelvin Harrison Jr.), un joven artista con un don para pintar. La trama, por lo que se me antoja, es un clásico: un héroe talentoso, incapaz de expresar su amor debido a la convicción de su propia imperfección, que, a través de un intermediario, se ve obligado a velar por la felicidad de su amada.

La dirección de Joe Wright es, como suele ser habitual en su filmografía, visualmente impactante. Utiliza la luz natural para crear atmósferas opresivas, especialmente en los espacios interiores de la ciudad del siglo XVII. Hay una notable atención al detalle en la vestimenta, el set y los escenarios, que sumergen al espectador en la época. Sin embargo, el ritmo de la película es, a veces, excesivamente pausado, lo que puede resultar un poco lento para algunos espectadores. A pesar de ello, la ambientación y la estética general son impecables y contribuyen significativamente a la atmósfera cautivadora de la historia.

Las actuaciones son, en general, sobresalientes. James Norton ofrece una interpretación matizada y compleja de Cyrano, transmitiendo con convicción la angustia interna del personaje. Su habilidad para la improvisación y su capacidad para expresar emociones sutiles son un verdadero acierto. Karla Semlehnis, como Roxanne, es igualmente brillante, con una vulnerabilidad y una belleza que cautivan desde el primer momento. Kelvin Harrison Jr., en el papel de Christian, también ofrece una buena interpretación, aunque su personaje podría haber sido más desarrollado para explorar mejor sus motivaciones y contradicciones.

El guion, adaptado de la obra original, presenta algunas simplificaciones, pero consigue mantener la esencia del drama romántico. El diálogo, aunque en ocasiones resulta un tanto recargado con juegos de palabras, captura la chispa y el ingenio característicos de Cyrano. La película se centra en la comunicación no verbal, mostrando a través de las cartas, las conversaciones y los gestos, la inmensidad del amor que Cyrano siente por Roxanne. La coreografía de los juegos de palabras, aunque a veces excesiva, es, en su mayoría, efectiva y contribuye a la atmósfera divertida y enigmática de la película.

Sin embargo, la película no es perfecta. La resolución final, aunque emotiva, podría haber sido más original y menos predecible. La película, en un intento de modernizar la historia, a veces pierde la profundidad y el carácter melancólico del original. No obstante, “Cyrano” es una película que invita a la reflexión sobre la importancia de la aceptación personal y la búsqueda de la felicidad, aunque sea a través de un intermediario. Es una reinterpretación que, a pesar de sus imperfecciones, merece la pena ver. La complejidad emocional del personaje de Cyrano y la belleza visual de la película lo convierten en una experiencia cinematográfica memorable.

Nota: 7/10