Dale fuerte, Jerry (1980)

“Dale fuerte, Jerry” no es una película que deja una huella imborrable, pero tampoco es una decepción total. Es una pequeña joya, un retrato honesto y a menudo incómodo de la desesperación existencial y la búsqueda de conexión en un mundo que parece haber olvidado la importancia de la empatía. La película, dirigida por Jim McKay, construye una atmósfera de melancolía palpable desde sus primeros minutos, tejiendo una narrativa sobre la soledad y la rutina que, sin ser particularmente original en su premisa, logra conmover gracias a su ejecución meticulosa.

La historia se centra en Bo Hooper, interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Bill Murray. Murray, un actor que siempre ha sabido extraer lo mejor de sus personajes más duros, aquí ofrece una interpretación sutil y tremendamente realista de un hombre perdido. Bo es un payaso que ha perdido su trabajo y se encuentra en una encrucijada, intentando encontrar un nuevo propósito en la vida. Su relación con Jerry, interpretado por George Segal, un repartidor de correo taciturno y también en crisis, es el corazón de la película. La química entre Murray y Segal es notable, no se basa en diálogos grandilocuentes, sino en miradas significativas y en la simple observación mutua. La dinámica entre ellos, llena de silencios incómodos y pequeños gestos de comprensión, refleja con exactitud la forma en que la conexión humana puede encontrarse en los lugares más inesperados.

La dirección de McKay es precisa y no intenta adornar la historia. Se limita a observar a sus personajes, permitiendo que sus vidas se desarrollen de forma natural, sin introducir artificios o giros argumentales que no tengan sentido. La fotografía, en tonos apagados y con una iluminación natural, acentúa la sensación de desolación y de una vida que se desvanece lentamente. El guion, coescrito por McKay y Dan Cohen, es sencillo, pero efectivo. No es una película que brille por su ingenio o por su complejidad. Se centra en las pequeñas cosas, en los detalles de la vida cotidiana que pueden ser profundamente significativos. Es una película sobre la rutina, sobre la soledad, sobre la búsqueda de un sentido en la vida.

Sin embargo, “Dale fuerte, Jerry” no está exenta de fallos. El ritmo puede resultar pausado para algunos espectadores, y la falta de ambición narrativa podría resultar limitada para quienes buscan una película más estimulante. A pesar de esto, la honestidad con la que la película aborda temas como la depresión, la soledad y la dificultad de conectar con los demás, la convierte en una obra que invita a la reflexión. No es una película fácil de ver, pero es una película que te quedará en la mente mucho tiempo después de que terminen los créditos.

Nota: 7/10