Dallas Buyers Club (2013)

“Dallas Buyers Club” es una película que, más de una década después de su estreno, sigue resonando con fuerza. La historia de Ron Woodroof, un hombre de rodeo texano que se enfrenta a la adversidad con una mezcla de cinismo, ingenio y un corazón sorprendentemente vulnerable, no es solo un relato de supervivencia ante el SIDA, sino una exploración profunda de la sociedad estadounidense de la época, la hipocresía médica y la búsqueda de la autenticidad en un mundo plagado de falsedades.

La dirección de Jean-Marc Vallée es, en mi opinión, magistral. Vallée no opta por un estilo grandilocuente o emotivo; en cambio, construye una narrativa densa y precisa con una paleta de colores apagada y una fotografía documental que refleja la atmósfera austera de Texas. La película se siente como un reportaje que captura la esencia de la época, documentando la vida cotidiana de Woodroof y sus encuentros con personajes marginales, quienes se convierten en parte fundamental de la trama. La utilización del plano secuencia en ciertas escenas es particularmente efectiva, sumergiéndonos por completo en el mundo de Ron, transmitiendo su desorientación y su lucha por encontrar un lugar en ese universo.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Matthew McConaughey entrega una transformación física y emocional impresionante, pasando de la exuberancia del cowboy al gafor delgado y consumido por la enfermedad. Su interpretación es sutil, pero poderosa, transmitiendo con la mirada la fragilidad de un hombre que se enfrenta a la muerte y a la incredulidad de su entorno. Margot Robbie, como Sue Ellington, es igualmente memorable. Su personaje es complejo y contradictorio, inicialmente motivada por la simple codicia pero evolucionando hacia una conexión humana genuina con Ron. La química entre McConaughey y Robbie es palpable y, sin duda, uno de los pilares del éxito de la película.

El guion, adaptado de la autobiografía de Woodroof, es inteligente y evita la sentimentalidad gratuita. Se centra en la resistencia de Ron ante la injusticia, su desafío a la medicina convencional y su determinación de ayudar a otros enfermos de SIDA. El guion no idealiza a Ron; lo presenta como un hombre con defectos, adicto y marginado, pero también como un individuo valiente que lucha por el reconocimiento y la dignidad. La película no se limita a la enfermedad, sino que explora temas de discriminación, redención y la búsqueda de la propia identidad, planteando preguntas sobre la moralidad y la ética en una sociedad que aún estaba aprendiendo a lidiar con la epidemia. La voz en off de Woodroof, interpretada por Jared Leto, añade una capa adicional de narración, permitiéndonos acceder a sus pensamientos y a su visión del mundo, aunque con una distancia estilística.

“Dallas Buyers Club” no es una película fácil de ver, debido a su crudeza y a la confrontación con un tema doloroso, pero es una obra cinematográfica potente y conmovedora que merece la pena ser vista. Su mensaje sobre la aceptación, la solidaridad y la lucha contra la discriminación resuena especialmente en el contexto actual.

Nota: 8.5/10