“Como la vida misma” es una película que se instala en la piel del espectador como una bruma persistente, un recordatorio constante del dolor, la pérdida y la búsqueda de sentido en un mundo que a menudo parece indiferente. La dirección de Michael Winterbottom, a menudo audaz y provocadora, aquí adopta un enfoque cauteloso, permitiendo que el drama se desarrolle con una lentitud deliberada que, si bien puede resultar frustrante para algunos, es fundamental para la autenticidad del relato.
Steve Carrel ofrece una interpretación de un calibre excepcional como Dan. Su actuación es magistral, no se trata de una tragedia exagerada sino de una sutil y dolorosa introspección. Carrel consigue transmitir la desesperación de un hombre que ha enterrado su propia felicidad para proteger a sus hijas, pero que, paradójicamente, se encuentra atrapado en un ciclo de dolor. Su mirada, a menudo opaca y melancólica, revela un alma atormentada, pero también una profunda ternura hacia sus hijas. La relación entre Dan y Marie (Juliette Binoche) no es un romance convencional, sino una danza complicada de atracción, desconfianza y un reconocimiento tácito del dolor compartido. Binoche, como siempre, ofrece una actuación sutil y poderosa, aportando una calma y una elegancia que contrastan con la turbulencia emocional de Dan.
El guion, adaptado de la novela de Emily St. John Mandel, es el corazón de la película. Se centra en la naturaleza del duelo, no como un evento puntual, sino como una condición permanente que moldea la percepción del tiempo y la realidad. La película evita los clichés del melodrama romántico y la tragedia fatal, optando por una exploración más humana y filosófica de cómo el pasado puede seguir presente, incluso cuando se intenta superarlo. La relación entre las hijas de Dan y Marie añade una capa de complejidad a la trama, mostrando cómo el dolor puede afectar a diferentes generaciones. El ritmo pausado permite un examen minucioso de la dinámica familiar, de las heridas emocionales y de la dificultad de establecer nuevas conexiones cuando el corazón aún está roto.
Sin embargo, la película no está exenta de defectos. La lentitud, aunque contribuye a la atmósfera, a veces se vuelve excesiva, y algunos momentos podrían haberse beneficiado de una mayor claridad. La falta de un clímax explosivo podría decepcionar a quienes esperan una resolución dramática. No obstante, “Como la vida misma” no busca ofrecer respuestas fáciles; busca, en cambio, provocar la reflexión y la empatía. Es una película que te quedará en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar, recordándote la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento.
Nota: 7/10