Dark Touch (2013)

“Dark Touch” es una película que se aferra a la atmósfera de pesadilla y al susurro constante de lo perturbador. No es una película que busca resolver todos los misterios; más bien, se dedica a construir una sensación palpable de malestar, una inquietud que se instala en el espectador y que persiste mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. La dirección de Daniel Kertesz es deliberadamente lenta y observacional, priorizando el desarrollo del terror psicológico sobre los sustos fáciles. Esto, aunque pueda resultar frustrante para quienes buscan un thriller con ritmo trepidante, es precisamente lo que le otorga a la película una autenticidad inquietante.

La historia de Niamh, una niña atormentada por la muerte de su familia y la manifestación de una violencia inusual proveniente de los objetos a su alrededor, es fundamentalmente un estudio sobre el trauma infantil. La película logra transmitir, de manera sutil pero efectiva, el aislamiento y la desesperación de la niña, su incapacidad para procesar la pérdida y su constante sensación de ser observada por algo maligno. El actor infantil, Finn McCready, ofrece una actuación particularmente convincente, capturando con maestría la fragilidad y la vulnerabilidad de Niamh, sin recurrir a clichés ni a expresiones exageradas. Su mirada transmite una mezcla de miedo, confusión y una profunda sensación de soledad que es la base de toda la narrativa.

El guion, aunque deliberadamente parco en detalles sobre el origen de la "rabia mortífera" de los objetos, se centra en la experiencia visceral de Niamh. Se construye un mundo onírico y a veces surrealista donde las paredes respiran, los muebles se mueven y el espacio se vuelve un reflejo de su estado emocional. La película no intenta justificar el fenómeno; simplemente lo presenta como un hecho ineludible, una presencia oscura que acecha a la niña y a quienes intentan ayudarla. Este enfoque minimalista, aunque puede resultar en algunas interpretaciones abiertas, intensifica la atmósfera de inquietud y le confiere un aire de verdad inquietante. El uso de la fotografía es notable, empleando una paleta de colores apagados y contrastes marcados para subrayar la sensación de desconcierto y desorientación. La música, presente pero discreta, acentúa la tensión y la atmósfera opresiva.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. Algunos momentos pueden sentirse repetitivos, y la falta de una explicación definitiva podría frustrar a algunos espectadores. Además, la resolución, aunque satisfactoria en cierto modo, es bastante convencional y podría haber sido más ambigua o compleja. No obstante, “Dark Touch” es una película que se valora por su capacidad para generar una atmósfera de terror persistente y por su enfoque en el impacto psicológico del trauma. Es una exploración sutil pero poderosa de la fragilidad humana y la persistencia del dolor. No es una película que te dejará con respuestas fáciles, pero sí te dejará con una sensación inquietante y una reflexión sobre la naturaleza del horror.

Nota: 7/10