Darkness (2002)

“Darkness” no es un slasher cualquiera; es un estudio sutil y perturbador sobre el miedo ancestral, la fragilidad familiar y la persistencia del mal. La película, dirigida por Ethan Blackwood, se aleja del exceso de sangre y el ruido característicos del género, optando por un horror psicológico que se instala bajo la piel y te acompaña mucho después de que las luces se enciendan. La historia, centrada en la familia Miller que se muda a una casa de campo aislada, es un ejemplo perfecto de la premisa “qué pasaría si…” con un toque gótico y opresivo.

El guion, aunque relativamente sencillo en su estructura, se beneficia de una atmósfera palpable y de un ritmo metódico que construye la tensión con paciencia. Blackwood evita la necesidad de explicar cada detalle, permitiendo que el espectador se sumerja en la sensación de incomodidad y paranoia que impregna la casa. La voz narrativa, un elemento particularmente efectivo, actúa como un hilo conductor que nos guía a través de los recuerdos fragmentados de los anteriores habitantes, creando una sensación de que el horror no es solo un evento pasado, sino algo que se respira en las paredes de la casa.

Las actuaciones son sobresalientes. Abigail Hayes, quien interpreta a la joven Sarah Miller, ofrece una interpretación naturalista y convincente. Su personaje, al principio inocente y preocupada, evoluciona a medida que la casa y sus secretos la consumen. El padre, interpretado por James Holbrook, es un personaje complejo y perturbador; su inestabilidad emocional y su lucha por mantener el control del entorno añaden una capa extra de inquietud a la narrativa. Holbrook consigue transmitir con maestría una mezcla de vulnerabilidad y amenaza latente.

La dirección de arte y la cinematografía son fundamentales para el éxito de la película. La casa, con su arquitectura victoriana y sus interiores polvorientos y descuidados, es un personaje en sí misma. Los planos largos y la iluminación tenue contribuyen a crear una atmósfera densa y claustrofóbica, enfatizando la sensación de aislamiento y la presencia constante de algo invisible. El uso de la oscuridad, tanto literal como metafórica, es magistral, representando el secreto que acecha en la casa y el horror que reside en los rincones más oscuros de la mente. Es una película que te invita a mirar más allá de lo visible, a cuestionar lo que realmente percibes.

“Darkness” no es un espectáculo de sustos baratos; es una experiencia cinematográfica inquietante y reflexiva, que explora la oscuridad dentro de nosotros y la persistencia del pasado. No dejará al espectador indiferente, y le hará repensar las propias sombras que se esconden en su interior.

Nota: 8/10