Darling Lili (1970)

‘Darling Lili’ (1998), dirigida por Richard Lester, no es una película fácil de digerir, ni pretende serlo. Es una obra que se erige como un rompecabezas estilístico, una danza compleja entre el melodrama, el thriller y la comedia, y que, paradójicamente, se siente a la vez distante y obsesivamente cercana. Lester, con su habitual desparpajo y un guiño a la estética de los thrillers de espionaje de los años 60, crea un universo visualmente rico y perturbador, donde la belleza, la frivolidad y la traición se entrelazan con una inquietante precisión.

El corazón de la película reside, sin duda, en la interpretación de Catherine Zeta-Jones, quien encarna a Lili Smith con una intensidad admirable. Su Lili es un enigma brillante, una mujer de belleza deslumbrante y una expresión facial casi irreal. Zeta-Jones consigue transmitir la contradicción inherente a su personaje: una artista que se mueve con naturalidad en el mundo del espectáculo, pero que, bajo la superficie, es una calculadora y pragmática espía. La película no ofrece explicaciones fáciles sobre su pasado o sus motivaciones, lo que le otorga una dimensión de misterio que es, en última instancia, mucho más atractiva que cualquier revelación simplista. Su actuación está cargada de sutilezas, de miradas esquivas y de gestos mínimos que comunican un mundo entero de decepción y engaño.

Oppuesta a ella, John Cusack como Kurt Von Ruger, el “tío” afectuoso y enigmático de Lili, aporta un contrapunto que resulta igualmente cautivador. Aunque su personaje es, en esencia, unidimensional – un espía frío y calculador – Cusack lo interpreta con un dejo de vulnerabilidad y un humor seco que le evitan caer en la caricatura. La relación entre Lili y Von Ruger es el núcleo de la trama, una danza de seducción, engaño y manipulación donde la confianza es un lujo que ambos se niegan a conceder. Lester no intenta romantizar esta conexión, mostrando con realismo las dinámicas de poder y el cinismo que las impregna.

El guion, adaptado de la novela de Edward Miller, es complejo y, en ocasiones, deliberadamente confuso. Lester sacrifica la linealidad en favor de una atmósfera de incertidumbre, lo que obliga al espectador a reconstruir la historia por sí mismo. Las secuencias de espionaje son, sin embargo, impresionantes, con elaboradas escenas de montaje que evocan la estética de los clásicos de Hitchcock, aunque con un toque peculiar y a veces absurdo. La dirección de arte y la fotografía contribuyen a crear una atmósfera decadente y sofisticada, con una paleta de colores rica y contrastada que refleja la dualidad moral del mundo en el que se mueve Lili.

Si bien ‘Darling Lili’ no es una película para todos los gustos, aquellos que aprecian el cine independiente y la experimentación narrativa encontrarán en ella una obra provocadora y memorable. Es una película que te invita a la reflexión, que te cuestiona tus propias percepciones y que te deja con una sensación de incomodidad y fascinación. No se trata de una película que te entretiene; es una película que te obliga a pensar.

Nota: 7/10