David Copperfield (1935)

“David Copperfield” es una adaptación moderna y, en su mayoría, cautivadora de la icónica novela de Charles Dickens, pero una que se aleja lo suficiente de la versión original para forjar su propia identidad. Dirigida por Marc Webb, quien demostró su talento en “El Extraordinario Mundo de Charlie y la Fábrica de Chocolate”, la película logra, con un ritmo pausado y una estética cuidada, trasladar la atmósfera de la Inglaterra del siglo XIX a la pantalla, pero sin sacrificar la intensidad emocional que reside en el corazón de la historia.

La película se centra en el viaje de David Copperfield, interpretado con una ternura innegable por Henry Cavill, desde la inocencia de su juventud en el campo hasta las duras realidades de la vida urbana. Cavill, más allá de su atractivo físico, ofrece una actuación sutil y conmovedora, transmitiendo la vulnerabilidad y la determinación del protagonista. Particularmente, la evolución de su personaje, desde un joven soñador hasta un hombre que lucha por encontrar su lugar en un mundo implacable, es profundamente convincente. La química entre Cavill y la también talentosa Clara Bowden, quien interpreta a Agnes, su amiga de la infancia, añade un elemento de calidez a la trama, aunque la relación entre ambos carece de la profundidad que podría haberle dado.

La dirección de Webb es notable en su atención al detalle. La recreación de Londres, con sus calles empedradas, sus mercados bulliciosos y sus edificios imponentes, es asombrosa. La película no se limita a pintar un cuadro general de la época; se sumerge en las pequeñas cosas, los olores, los sonidos, las costumbres, creando una sensación inmersiva para el espectador. El vestuario y la maquillaje también son impecables, dotando a cada personaje de una identidad visual clara y creíble. Sin embargo, a veces, la insistencia en la precisión histórica puede ralentizar el ritmo, desviando la atención del espectador de la historia principal.

El guion, adaptado de la novela por John Ridley y Steven Knight, es una de las mayores fortalezas de la película. Si bien se toman algunas libertades con la trama original – especialmente en lo que respecta al romance con Dora Spong – el guion se centra en los temas centrales de la novela: la pérdida, la soledad, la justicia social y la búsqueda de la identidad. La película explora, con sensibilidad y profundidad, las dificultades que enfrentaba la clase baja en la Inglaterra victoriana, destacando la corrupción, la pobreza y la explotación laboral. La crítica social, aunque presente, no siempre es tan directa como en la novela, lo que podría resultar un punto débil para algunos espectadores.

En definitiva, “David Copperfield” es una película visualmente impresionante, con actuaciones sólidas y un guion que, si bien no es una réplica fiel de la obra original, logra capturar la esencia de la historia de Dickens. Es una película que invita a la reflexión sobre la condición humana y la importancia de la empatía y la justicia. La película ofrece una experiencia cinematográfica rica y conmovedora, digna de ser vista y disfrutada.

Nota: 7.5/10