De amor y monstruos (2020)

“De amor y monstruos” (Of Love and Monsters) no es la distopía post-apocalíptica más ambiciosa, ni tampoco la más innovadora, pero sí que posee una rareza y un encanto que la elevan por encima de su premisa, que, admitámoslo, recuerda mucho a “Mad Max” pero con un giro romántico. La película, dirigida por Peter Bennett y Christopher Lentz, se presenta como una odisea de supervivencia, una búsqueda desesperada de amor en un mundo devastado, y, sorprendentemente, logra combinar elementos de aventura, comedia y, sobre todo, una conexión emocional genuina.

La dirección, si bien no se caracteriza por virtuosismo técnico, es funcional y efectiva. Bennett y Lentz construyen un paisaje visualmente impactante, con la desolación de la atmósfera post-apocalíptica contrastada con la exuberante belleza de la naturaleza recuperada. La película sabe aprovechar los espacios abiertos, la belleza de los entornos naturales y la escala de los peligros que afronta el protagonista. No obstante, la velocidad del montaje a veces resulta algo frenética, frenada, precisamente, por la necesidad de mantener el ritmo de la aventura. Un poco más de pausa, de contemplación, hubiera enriquecido la experiencia visual.

La actuación de Gael García Bernal en el papel de Joel es el corazón de la película. Bernal, con su habitual autenticidad y vulnerabilidad, logra transmitir la desesperación, el dolor y la determinación de un hombre que ha perdido todo y que se aferra a la esperanza de reencontrarse con su amor. Su personaje no es un héroe tradicional; es un tipo sencillo, algo torpe, pero con una bondad inherente que lo hace irresistible. Las escenas de interacción con los personajes secundarios, a menudo caricaturescos pero perfectamente ejecutados, son donde la película realmente brilla. Particularmente, la química entre Bernal y Jessica Gomez, quien interpreta a Aimee, es palpable, contribuyendo a que la búsqueda del amor se sienta como una necesidad imperiosa. La película no se toma a sí misma demasiado en serio, lo que le permite insertar momentos de humor genuino, especialmente a través de la relación entre Joel y "El Hombre de la Piel de Reptil," un personaje interpretado de forma particularmente divertida por Christopher Tremblay.

En cuanto al guion, “De amor y monstruos” es una película con una estructura simple pero efectiva. La premisa es interesante y el desarrollo de la trama, aunque predecible en algunos aspectos, mantiene al espectador enganchado. Las subtramas, centradas en los compañeros de viaje de Joel, aunque a veces un poco forzadas, ofrecen oportunidades para explorar la dinámica social en este nuevo mundo y para añadir momentos de humor y acción a la historia. La película evita la complejidad y se enfoca en la narración directa de los sentimientos y las motivaciones de los personajes. Si bien el mensaje central de que el amor puede superar cualquier obstáculo es un cliché, "De amor y monstruos" lo comunica de una forma sincera y, en última instancia, conmovedora. No busca revolucionar el género ni desafiar las convenciones, pero cumple su función de entretenimiento de forma satisfactoria.

En definitiva, "De amor y monstruos" es una película recomendable para aquellos que buscan una aventura romántica con un toque post-apocalíptico y una buena dosis de humor. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí que ofrece entretenimiento y un mensaje positivo.

Nota: 7/10