De naturaleza violenta (2024)

“De naturaleza violenta” es, en su esencia, un ejercicio de terror psicológico que se atreve a abrazar la crudeza de la venganza y el horror visceral. La película, dirigida por Jec Hovde, no se dedica a los sustos fáciles ni a los efectos especiales ostentosos; en cambio, construye una atmósfera densa de inquietud y presagio que, en el fondo, es mucho más efectiva. La película se centra en un grupo de amigos de verano que, en una aventura descuidada, se apropian de un artefacto que desencadena una serie de eventos grotescos y sangrientos. Lo que inicialmente parece una simple profanación de un lugar abandonado, pronto se convierte en una búsqueda desesperada para evitar ser víctimas de un espíritu atormentado por su pasado.

La dirección de Jec Hovde es, sin duda, el punto fuerte de la película. Evita los clichés del género, priorizando la creación de un ambiente claustrofóbico y opresivo. La película transcurre principalmente en el bosque, un espacio que se convierte en un personaje en sí mismo, reflejando la paranoia y el terror que experimentan los protagonistas. El uso de la luz y la sombra es particularmente magistral, generando una sensación constante de que algo maligno se esconde a la espera de asaltar. La cinematografía es deliberadamente oscura y desaturada, lo que intensifica la sensación de desasosiego. Además, el ritmo de la película es metódico, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente hasta alcanzar un punto de ebullición.

Las actuaciones son sólidas, aunque no espectaculares. El reparto joven, compuesto por figuras como Maika Monroe, Charlie Heaton y Eliza Diven, aporta un aire de naturalidad a sus personajes. Monroe, en particular, se destaca por su interpretación de una joven perturbada y vulnerable, que lucha por mantener la cordura mientras es perseguida por una entidad sobrenatural. Heaton también consigue transmitir un sentimiento de desesperación y miedo genuino. La química entre los actores es palpable, lo que hace que sus interacciones y la dinámica del grupo sean más creíbles y, en última instancia, más impactantes.

El guion, aunque no revolucionario, es inteligente y bien construido. Se centra en el desarrollo psicológico de los personajes y en la construcción de la trama a través de pequeños detalles y sugerencias. La historia de Johnny, el espíritu vengativo, se revela lentamente, permitiendo que el espectador forme su propia interpretación de los acontecimientos. Se evita la explicación exhaustiva, lo que enriquece la experiencia y permite una mayor inversión emocional en la historia. El final, deliberadamente ambiguo, deja al espectador con la sensación de que la verdadera naturaleza de la maldad reside en los propios personajes. Es una película que no se explica a sí misma, sino que se deja en manos del espectador para que interprete lo que ha visto.

Nota: 7/10