De vuelta al deseo (2023)

“De vuelta al deseo” no es una película que te deje al alza con la vibración de un largometraje que redefine el género romántico, pero tampoco es una decepción absoluta. Más bien, es una incursión en la nostalgia y la vulnerabilidad, un melodrama moderno con un aire a melancolía que, aunque con algunos resbalones, logra conectar con el espectador a través de la honestidad de sus personajes y la puesta en escena cuidadosamente elaborada. La cinta, dirigida por Marcos Martín, explora la fricción y, finalmente, la conexión entre Olga, una exitosa letrista en la treintena, y Maks, un joven artista de la música que, a sus veinte años, se encuentra en una fase de búsqueda personal y hedonismo desenfrenado.

La historia se construye con una elegancia discreta, centrada en la interacción gradual y, a veces incómoda, entre Olga y Maks. Ambos se encuentran en un punto de inflexión de sus vidas. Olga, atrapada en la rutina del éxito profesional y la soltería, experimenta un vacío existencial que la impulsa a salir de su zona de confort. Maks, por su parte, parece vivir al día, desconectado de las responsabilidades y con una actitud despreocupada que, para algunos, puede parecer superficial. La dinámica entre estos dos personajes, inicialmente marcada por la curiosidad y la desconfianza, se transforma en un baile complejo de atracción, rechazo y, finalmente, aceptación. La película se centra en el proceso de que uno se interese en la vida y las pasiones del otro, y en cómo, al hacerlo, empieza a cuestionar su propia vida.

La dirección de Marcos Martín es notable en su atmósfera. La fotografía, con una paleta de colores cálidos y suaves, evoca una sensación de añoranza y de un pasado idealizado. Las escenas en Madrid, con sus calles empedradas, sus bares acogedores y sus plazas vibrantes, se convierten en personajes más que escenarios. Sin embargo, la película no se pierde en la estética, y se centra en la evolución emocional de los protagonistas. Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Marina San José como Olga. Su interpretación transmite la complejidad de una mujer que se encuentra en una encrucijada y que, a pesar de su éxito, anhela algo más. Daniel Guzmán, como Maks, equilibra con maestría la aparente despreocupación del personaje con las vulnerabilidades y dudas que subyacen en su comportamiento. Su interpretación es sutil pero efectiva, logrando que el espectador sienta empatía hacia su búsqueda de sentido.

El guion, aunque no está exento de clichés del género romántico, se salva por la honestidad con la que retrata las inseguridades y las heridas del pasado de ambos personajes. La película evita recurrir a soluciones fáciles y melodramáticas, y se enfoca en el proceso de curación y de aceptación. Sin embargo, la trama, en algunos momentos, se vuelve un poco lenta y predecible, y el ritmo podría haberse beneficiado de una mayor dinámica. La resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido más elaborada. En definitiva, "De vuelta al deseo" es una película recomendable para aquellos que disfrutan de los dramas románticos con personajes complejos y una atmósfera evocadora, pero que requiere paciencia y la capacidad de conectar con la vulnerabilidad de sus protagonistas.

Nota: 7/10