Robert Rodriguez, en su debut cinematográfico, nos entrega ‘Dead Man’ (1995), una experiencia cinematográfica visceral y profundamente inquietante que se aleja radicalmente de los clichés del western moderno. La película no busca la espectacularidad de los disparos a lo largo y ancho, sino que se centra en la atmósfera, el simbolismo y la lenta, implacable descomposición moral de su protagonista, William Blake. Desde el momento en que el contable de Cleveland, William Blake, abandona su vida predecible, Rodriguez nos introduce a un paisaje desolador y lleno de presagios, una amalgama de desierto árido, bosques sombríos y las ruinas de una civilización decadente. Esta ambientación, gracias a la dirección de fotografía de Peter Deming, se convierte en casi un personaje más, reflejando el estado mental fragmentado de Blake y su creciente sensación de alienación.
Johnny Depp ofrece una actuación deslumbrante como Blake. Su interpretación va más allá de la simple imitación de un personaje; Depp se sumerge completamente en la personalidad de Blake, explorando su vulnerabilidad, su confusión y su progresiva deshumanización. Observamos su transformación, no solo física, sino también emocional y espiritual, a medida que se enfrenta a una serie de eventos que lo arrastran hacia el abismo. La química entre Depp y Nicholas Cassar, quien interpreta a Charlie Dickinson, es palpable y contribuye a la tensión dramática de la película. Cassar, a pesar de su papel relativamente breve, ofrece una interpretación convincente, capturando la brutalidad y la desesperación de un hombre atrapado en una situación inescapable. La relación entre los dos personajes no es meramente un elemento de conflicto; es el corazón de la película, explorando temas de la identidad, la violencia y la pérdida de la inocencia.
El guion, adaptado de la novela homónima de Raymond Chandler, es donde ‘Dead Man’ alcanza su máxima potencia. Más allá de la trama de persecución y venganza, la película es una meditación sobre la naturaleza del dinero, la moralidad y la búsqueda de significado en un mundo despojado de valores. Rodriguez utiliza imágenes oníricas y simbolismo en cada fotograma, referenciando constantemente a William Blake y la poesía romántica. La película está llena de alegorías que invitan al espectador a reflexionar sobre la condición humana. La banda sonora, compuesta por Massive Attack, complementa la atmósfera opresiva y melancólica, intensificando las emociones que se experimentan en la pantalla. Si bien algunos podrían considerar la película lenta o poco convencional, su ritmo deliberado y su enfoque en la atmósfera y el simbolismo son esenciales para comprender la visión particular de Rodriguez.
En definitiva, ‘Dead Man’ es una experiencia cinematográfica única e inolvidable, una obra maestra del western alternativo que desafía las convenciones del género. Es una película que exige al espectador, que lo invita a participar activamente en la construcción del significado. No es un entretenimiento ligero, sino una reflexión profunda sobre la naturaleza del mal, la pérdida de la humanidad y el peso del pasado. Una joya cinematográfica que perdura en la memoria mucho después de que los créditos finales se hayan desenrollado.
Nota: 8.5/10