Deadpool y Lobezno (2024)

“Deadpool y Lobezno” se presenta como un experimento cinematográfico que, en última instancia, funciona gracias a una mezcla explosiva de humor irreverente y acción frenética, pero que también revela algunas inconsistencias en su desarrollo. Ryan Reynolds y Hugh Jackman, dos de los actores más carismáticos de Hollywood, se encuentran en una dinámica que, por momentos, resulta desarmantemente divertida y, en otros, ligeramente forzada.

La dirección de Steven Maeda y David Leitch, conocidos por su trabajo en “Bullet Train” y “John Wick”, aporta un ritmo implacable a la trama. Las secuencias de acción son, sin duda, el punto fuerte de la película. Leitch demuestra una maestría impecable en la coreografía de peleas, empleando efectos visuales y una puesta en escena que recuerdan a los clásicos del género de artes marciales, pero con la impronta exagerada y la comedia que caracteriza a Deadpool. Sin embargo, a pesar de la espectacularidad visual, a veces la violencia, aunque excéntrica, puede sentirse un tanto descolgada, desconectada de la narrativa principal y, en ocasiones, incluso un poco gratuita.

El guion, coescrito por Paul Wernick y Rhett Reese, se basa en una premisa ingeniosa: la fricción entre dos antihéroes con personalidades radicalmente opuestas. Reynolds, como Wade Wilson, brilla con su particular humor negro y su sarcasmo mordaz. Logra mantener la esencia de Deadpool, un personaje que desafía constantemente las convenciones y trata al público como igual. Jackman, en su papel como Lobezno, aporta una inesperada capa de ternura a un personaje que tradicionalmente se ha presentado como un lobo solitario y formidable. La relación entre los dos personajes es el corazón de la película y, sorprendentemente, se desarrolla de una manera conmovedora, basada en el respeto mutuo y el entendimiento tácito. Si bien la trama principal es predecible, el guion se beneficia de pequeños detalles humorísticos y diálogos ingeniosos que elevan la experiencia.

No obstante, la película no está exenta de defectos. La motivación de algunos personajes secundarios carece de profundidad, y el villano, aunque amenazante en apariencia, no logra generar un impacto emocional significativo. Algunas subtramas se sienten apresuradas, dejando ciertas preguntas sin respuesta. A pesar de estas deficiencias, la película logra compensar sus puntos débiles con su energía contagiosa y el entusiasmo que emana de la pantalla. La química entre Reynolds y Jackman es el pilar fundamental, y su interacción, a menudo surrealista, es lo que realmente hace que “Deadpool y Lobezno” sea memorable. Es una comedia de acción que, si bien no llega a ser una obra maestra, ofrece un entretenimiento sólido y una dosis saludable de humor irreverente.

Nota: 7/10